Por Jaime Restrepo. Director Atrabilioso.
¿Qué pasa con la responsabilidad de los padres hacia sus hijos? No hay nada mejor que planear la llegada de un bebé: con la seriedad que implica una decisión de tal magnitud, la pareja analiza cuidadosamente el futuro emocional, afectivo, académico y económico que le va a permitir a esa personita ser un aporte y no un estorbo para la sociedad.
Claro. Esto es lo ideal, lo responsable y lo serio. Pero así no están pasando las cosas en Colombia. Por el contrario, según la Cuarta Encuesta Nacional de Demografía y Salud, realizada por Profamilia, con el apoyo de Bienestar Familiar, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, USAID y el Ministerio de la Protección, hay un alto índice de embarazos no deseados y un estancamiento en la planificación.
No conozco a nadie que no tenga claro qué es un condón y para qué se utiliza. Desde el campesino que trabaja en las tierras más alejadas, hasta el doctor parásito de una entidad pública, tienen claro el asunto. ¿Porqué no lo utilizan? Y las mujeres: ¿Porqué no exigen el uso del preservativo?
Es que se ha deslindado totalmente el aspecto sexual del reproductivo, casi al punto de abocar los asuntos de manera separada y excluyente... hasta que el sexo cumple con uno de sus propósitos y se engendra un hijo.
No voy a decir que la gente debe llegar virgen al matrimonio, ni que la abstinencia es la decisión que deben padecer las personas. Pero si deben iniciar su actividad sexual con una serie de condiciones enseñadas desde casa: la responsabilidad y las posibles consecuencias de emprender la vida sexual activa, la vinculación de afectos y no el simple disfrute de un momento que puede generar miles de dificultades a futuro, tanto para el hijo como para sus jóvenes e irresponsables padres: 54 de cada 100 niños que nacen en Colombia no eran esperados en ese momento por sus madres (27%) o eran francamente indeseados (27%).
Las implicaciones personales y sociales para esos padres que no esperaban un hijo o que no lo deseaban por ningún motivo, no se deben tomar a al ligera. En cuanto a los padres, cuando son pareja y deciden asumir juntos la responsabilidad, pues les esperan noches de desvelo, trabajos mal remunerados y pocas posibilidades de progreso y bienestar. Lo peor es cuando las madres asumen solas la tarea y se enfrentan a la condena de continuar los años que les quedan por delante con pocas posibilidades de bienestar y calidad de vida. En este sentido, las cifras son preocupantes: el 21% de las adolescentes colombianas hoy están embarazadas o lo estuvieron en algún momento o ya son madres.
¿Y los niños? Pues el futuro para ellos, si llegan a nacer y no son abortados en el proceso, es desalentador: carecerán de las mínimas oportunidades para crecer y desarrollarse como personas y como ciudadanos, buscarán grupos que los acojan y se interesen en ellos; intentarán encontrar en la calle el afecto, la comprensión y el cariño que no recibieron en sus casas.
Además, según la Veeduría Distrital , esos niños no contarán con padres interesados en su educación ni mucho menos en su futuro: el 67% de los padres muestran un frecuente o muy frecuente desinterés frente al aprendizaje de sus hijos. Estos padres dejan toda la responsabilidad académica y emocional en manos de los colegios y escuelas, desentendiéndose del asunto.
El colmo de la irresponsabilidad lo revelan las estadísticas: el 73,7% de los padres asegura que no asiste a las reuniones en los colegios porque la hora interfiere con su trabajo. Pero lo más revelador es que el 4, 1% no asisten a las reuniones porque son aburridas. Obviamente si el hijo es un “accidente”, y los padres son irresponsables e inmaduros, pues los asuntos de los menores no dejarán de ser inconvenientes, excusables y aburridos... cualquier justificación es válida para no asumir los retos que representa un hijo: en todo caso, si se tiene la responsabilidad para ejercer la vida sexual activa, se debe tener también para enfrentar las posibles consecuencias.
Claro. Esto es lo ideal, lo responsable y lo serio. Pero así no están pasando las cosas en Colombia. Por el contrario, según la Cuarta Encuesta Nacional de Demografía y Salud, realizada por Profamilia, con el apoyo de Bienestar Familiar, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, USAID y el Ministerio de la Protección, hay un alto índice de embarazos no deseados y un estancamiento en la planificación.
No conozco a nadie que no tenga claro qué es un condón y para qué se utiliza. Desde el campesino que trabaja en las tierras más alejadas, hasta el doctor parásito de una entidad pública, tienen claro el asunto. ¿Porqué no lo utilizan? Y las mujeres: ¿Porqué no exigen el uso del preservativo?
Es que se ha deslindado totalmente el aspecto sexual del reproductivo, casi al punto de abocar los asuntos de manera separada y excluyente... hasta que el sexo cumple con uno de sus propósitos y se engendra un hijo.
No voy a decir que la gente debe llegar virgen al matrimonio, ni que la abstinencia es la decisión que deben padecer las personas. Pero si deben iniciar su actividad sexual con una serie de condiciones enseñadas desde casa: la responsabilidad y las posibles consecuencias de emprender la vida sexual activa, la vinculación de afectos y no el simple disfrute de un momento que puede generar miles de dificultades a futuro, tanto para el hijo como para sus jóvenes e irresponsables padres: 54 de cada 100 niños que nacen en Colombia no eran esperados en ese momento por sus madres (27%) o eran francamente indeseados (27%).
Las implicaciones personales y sociales para esos padres que no esperaban un hijo o que no lo deseaban por ningún motivo, no se deben tomar a al ligera. En cuanto a los padres, cuando son pareja y deciden asumir juntos la responsabilidad, pues les esperan noches de desvelo, trabajos mal remunerados y pocas posibilidades de progreso y bienestar. Lo peor es cuando las madres asumen solas la tarea y se enfrentan a la condena de continuar los años que les quedan por delante con pocas posibilidades de bienestar y calidad de vida. En este sentido, las cifras son preocupantes: el 21% de las adolescentes colombianas hoy están embarazadas o lo estuvieron en algún momento o ya son madres.
¿Y los niños? Pues el futuro para ellos, si llegan a nacer y no son abortados en el proceso, es desalentador: carecerán de las mínimas oportunidades para crecer y desarrollarse como personas y como ciudadanos, buscarán grupos que los acojan y se interesen en ellos; intentarán encontrar en la calle el afecto, la comprensión y el cariño que no recibieron en sus casas.
Además, según la Veeduría Distrital , esos niños no contarán con padres interesados en su educación ni mucho menos en su futuro: el 67% de los padres muestran un frecuente o muy frecuente desinterés frente al aprendizaje de sus hijos. Estos padres dejan toda la responsabilidad académica y emocional en manos de los colegios y escuelas, desentendiéndose del asunto.
El colmo de la irresponsabilidad lo revelan las estadísticas: el 73,7% de los padres asegura que no asiste a las reuniones en los colegios porque la hora interfiere con su trabajo. Pero lo más revelador es que el 4, 1% no asisten a las reuniones porque son aburridas. Obviamente si el hijo es un “accidente”, y los padres son irresponsables e inmaduros, pues los asuntos de los menores no dejarán de ser inconvenientes, excusables y aburridos... cualquier justificación es válida para no asumir los retos que representa un hijo: en todo caso, si se tiene la responsabilidad para ejercer la vida sexual activa, se debe tener también para enfrentar las posibles consecuencias.