El cinismo del ex Presidente Alfonso López Michelsen es realmente contundente. En su declaración ante la Fiscalía por el caso Santofimio, López afirmó que “tenía la idea de que Carlos Náder había presentado a Santofimio con Pablo Escobar”.
Pocos días después de conocerse la información, el propio Carlos Nader (el que está siendo investigado por las amenazas contra el periodista Daniel Coronell) le envió una carta al ex Presidente en la que le solicita rectificar la información.
Como será de contundente la misiva, que López salió por todos los medios disponibles a enmendar su error JURAMENTADO. Unos días después de recibida la solicitud de rectificación, el ex Presidente López reconoció su error, o ¿será perjurio?, primero en la W Radio y posteriormente en una carta: “Me equivoqué en cuanto a que usted le hubiera presentado a Pablo Escobar a Santofimio”, reconoce López, aunque advirtiendo que lo que dijo no fue una afirmación contundente: “Dije textualmente: ‘Yo tengo la idea de que’, lo cual es muy distinto a declarar ante la justicia y bajo juramento tal cosa”. Eso significa, según López Michelsen, que la magia de una frase etérea, antepuesta a una afirmación, libra de toda responsabilidad a quien emite dicha afirmación. Si López no tenía certeza sobre lo que declaraba, tenía dos opciones: o decía específicamente que lo que iba a afirmar era un chisme de pasillo o daba el nombre de la fuente que le había suministrado esa información. Lo que queda claro, hasta aquí, son los motivos por los que tanto admira López a Santofimio: el manejo y manipulación de la palabra.
En la carta, el ex congresista Carlos Nader soltó varias bombas que el país aún no ha asimilado. Lo primero que hizo fue desmentir a López: “Yo nunca los presenté por la sencilla razón de que nunca fui amigo, ni allegado, ni cercano al señor Escobar, ni nada parecido”.
Pero luego lanzó una verdadera carga de profundidad cuando dio a conocer las circunstancias en que conoció a Pablo Escobar: “Fue en la suite Medellín que usted (hablando de López Michelsen) ocupaba en el Hotel Intercontinental de esa ciudad con motivo de su segunda campaña presidencial, por allá en 1982, en una reunión en la que además de Escobar y su tropa se encontraban, entre otros, usted mismo, Santiago Londoño White, Ernesto Samper Pizano, el senador Federico Estrada Vélez, el representante Jairo Ortega, su hijo Felipe López (quien entró y salió de la habitación conmigo) y yo”.
¿Cómo así que López Michelsen, Ernesto Samper Pizano y Felipe López (propietario de la revista Semana) entre otros, estaban reunidos con el capo del cartel de Medellín? ¿De qué estaban hablando con uno de los mayores delincuentes que ha tenido el país? ¿Tenía algo que ver con la segunda campaña presidencial de Alfonso López Michelsen? Son tres preguntas que necesitan respuesta de sus protagonistas, pues hasta hoy, NINGUNO DE ELLOS ha salido a desmentir o aclarar las afirmaciones de Nader, que de paso, se constituyen en una seria prueba sobre los vínculos de la mafia con los más altos niveles de la clase dirigente colombiana: un ex Presidente, un futuro Presidente y el propietario de un medio de comunicación. Es que una cosa es suponerlo, sospecharlo, escuchar los comentarios de pasillo y otra muy distinta que la situación sea confirmada por escrito por un testigo de primera mano.
Sin embargo, López Michelsen culpa de la situación al propio Nader, pues “cometió el error de ufanarse de haberle salvado la vida a muchos distinguidos colombianos que Escobar tenía en la mira”.
Pocos días después de conocerse la información, el propio Carlos Nader (el que está siendo investigado por las amenazas contra el periodista Daniel Coronell) le envió una carta al ex Presidente en la que le solicita rectificar la información.
Como será de contundente la misiva, que López salió por todos los medios disponibles a enmendar su error JURAMENTADO. Unos días después de recibida la solicitud de rectificación, el ex Presidente López reconoció su error, o ¿será perjurio?, primero en la W Radio y posteriormente en una carta: “Me equivoqué en cuanto a que usted le hubiera presentado a Pablo Escobar a Santofimio”, reconoce López, aunque advirtiendo que lo que dijo no fue una afirmación contundente: “Dije textualmente: ‘Yo tengo la idea de que’, lo cual es muy distinto a declarar ante la justicia y bajo juramento tal cosa”. Eso significa, según López Michelsen, que la magia de una frase etérea, antepuesta a una afirmación, libra de toda responsabilidad a quien emite dicha afirmación. Si López no tenía certeza sobre lo que declaraba, tenía dos opciones: o decía específicamente que lo que iba a afirmar era un chisme de pasillo o daba el nombre de la fuente que le había suministrado esa información. Lo que queda claro, hasta aquí, son los motivos por los que tanto admira López a Santofimio: el manejo y manipulación de la palabra.
En la carta, el ex congresista Carlos Nader soltó varias bombas que el país aún no ha asimilado. Lo primero que hizo fue desmentir a López: “Yo nunca los presenté por la sencilla razón de que nunca fui amigo, ni allegado, ni cercano al señor Escobar, ni nada parecido”.
Pero luego lanzó una verdadera carga de profundidad cuando dio a conocer las circunstancias en que conoció a Pablo Escobar: “Fue en la suite Medellín que usted (hablando de López Michelsen) ocupaba en el Hotel Intercontinental de esa ciudad con motivo de su segunda campaña presidencial, por allá en 1982, en una reunión en la que además de Escobar y su tropa se encontraban, entre otros, usted mismo, Santiago Londoño White, Ernesto Samper Pizano, el senador Federico Estrada Vélez, el representante Jairo Ortega, su hijo Felipe López (quien entró y salió de la habitación conmigo) y yo”.
¿Cómo así que López Michelsen, Ernesto Samper Pizano y Felipe López (propietario de la revista Semana) entre otros, estaban reunidos con el capo del cartel de Medellín? ¿De qué estaban hablando con uno de los mayores delincuentes que ha tenido el país? ¿Tenía algo que ver con la segunda campaña presidencial de Alfonso López Michelsen? Son tres preguntas que necesitan respuesta de sus protagonistas, pues hasta hoy, NINGUNO DE ELLOS ha salido a desmentir o aclarar las afirmaciones de Nader, que de paso, se constituyen en una seria prueba sobre los vínculos de la mafia con los más altos niveles de la clase dirigente colombiana: un ex Presidente, un futuro Presidente y el propietario de un medio de comunicación. Es que una cosa es suponerlo, sospecharlo, escuchar los comentarios de pasillo y otra muy distinta que la situación sea confirmada por escrito por un testigo de primera mano.
Sin embargo, López Michelsen culpa de la situación al propio Nader, pues “cometió el error de ufanarse de haberle salvado la vida a muchos distinguidos colombianos que Escobar tenía en la mira”.