viernes, junio 10, 2005

La versión paramilitar de la encomienda

El escándalo de los últimos días en Colombia ha corrido por cuenta de las declaraciones de Vicente Castaño a la revista Semana en las que señaló que el 35% del Congreso es amigo de los paramilitares.
De inmediato vinieron las interpretaciones y las acostumbradas exageraciones que impiden ver el panorama completo: de la palabra amigos pasaron a vínculos de congresistas con las Autodefensas y de ahí, el propio Fiscal General habló de investigar las relaciones entre los parlamentarios y los miembros de las AUC.
Sin embargo, las declaraciones de Vicente Castaño son tan difusas que no dan mucho margen de interpretación: hablar del 35% de amigos de las Autodefensas puede significar un porcentaje de políticos que simpatizan con la idea de una ultraderecha armada, o que han viajado a hablar con ellos en diferentes etapas del conflicto, como ocurrió en su momento con Serpa y como el mismo Petro admitió en declaraciones para RCN. También podríamos hablar de Moreno de Caro, quien se define como “amigo de la paz”.
No obstante, aunque el tema es inquietante y requiere de la aclaración de los voceros de las Autodefensas, Castaño habló de otros temas posiblemente más delicados y preocupantes. El caso de los planes productivos que las Autodefensas están impulsando en algunas zonas del país recuerdan los proyectos que “impone” la comunidad, con Gloria Cuartas y el padre Giraldo a la cabeza, en San José de Apartadó.
Vicente Castaño aseguró que ellos van muy adelantados en el asunto: “En Urabá tenemos cultivos de palma. Yo mismo conseguí los empresarios para invertir en esos proyectos que son duraderos y productivos. La idea es llevar a los ricos a invertir en ese tipo de proyectos en diferentes zonas del país.”.
Es preocupante que las Autodefensas estén empecinadas en este tipo de planes, porque se sabe que con sus armas han obligado a comunidades enteras en el Chocó y en otras zonas del país a proceder con la siembra de la palma, desplazando y erradicando otros cultivos e incluso las huertas de pan-coger. Además, esos proyectos productivos parecen un disfraz para ocultar el verdadero propósito que es mantener la apariencia legal de la propiedad y de paso, ponerlas a producir después de años de ser simples lotes de engorde. Sobre el particular dice el informe de la
Contraloría sobre extinción de dominio: “La compra de tierras por parte de los narcotraficantes bordea el millón de hectáreas, equivalente al 2.8% del territorio nacional y a un 5% de las tierras potencialmente explotables. Estimativos menos conservadores mencionan cifras cercanas a los tres millones de hectáreas y otros analistas estiman que, los narcotraficantes poseían, para el año 2000, 4.4 millones de hectáreas que podrían tener un valor aproximado de US$2.400 millones”.
En este sentido, Vicente Castaño afirmó que la reparación a las personas que han sido despojadas de sus tierras solo se dará mediante la aplicación de programas sociales: “Si nos toca dar las tierras para programas sociales no hay diferencia porque eso ya lo venimos haciendo con proyectos productivos en varias zonas del país”.
Así las cosas, hay situaciones posiblemente más alarmantes, que un grupo de amigos de las Autodefensas en el Congreso: está el modelo de producción con palma que en muchas ocasiones ha sido impuesto a las comunidades. También alarma el insinuado propósito de mantener la propiedad ilícita de tierras robadas, mediante desplazamiento, motosierra y muerte, para ponerlas a producir con las comunidades que son víctimas de esta moderna
encomienda paramilitar.

jueves, junio 09, 2005

Los fumadores también tenemos derechos

Para los fumadores, no hay nada más placentero que ir conduciendo por una carretera mientras se aspira el humo de un cigarrillo. Otro placer es el que obtenemos cuando encendemos un cigarrillo después de comer. O que tal acompañado de un rico y generoso café bien cargado, caliente y espeso. Que le vamos a hacer: soy un fumador compulsivo que requiere diariamente de fuertes dosis de nicotina, alquitrán y todo lo demás, para funcionar como un ser humano. Incluso mi siquiatra prohibió que alguien osara quitarme el cigarrillo.
Por mi cuenta he intentado todo lo que me ofrecen: el chicle, las inyecciones bebibles con las que me aseguraron que dejaría de fumar al mes y sucedió todo lo contrario: en ese mes pasé de una cajetilla a dos y comencé a sangrar porque las tales inyecciones me irritaron el colon.
Casi dos años después de esa batalla, he vuelto a mi cajetilla diaria y a restringir con voluntad el consumo de cigarrillos. Además, retomé mis viejas pipas con tabaco colombiano que huele rico y satisface más.
Como fumador entiendo los derechos que tienen los no fumadores de respirar un aire sin humo. Por supuesto que tienen toda la razón cuando piden que uno fume en la calle, pues no es decente ni ético contaminar a otros con su propio veneno. Pero la persecución ya es implacable, como la que se produce contra los conductores fumadores.
Al principio la norma cobijaba solo a los conductores de servicio público. Después, por el derecho a la igualdad, decidieron extender la medida a todos los que manejamos un vehículo. Y eso no es justo, porque el conductor de servicio público lleva pasajeros y ellos tienen derecho a no respirar el mismo aire contaminado con el humo del conductor. Pero que uno, cuando va solo o acompañado, tenga que abstenerse de fumar por una medida supuestamente igualitaria, eso no es válido.
La prohibición para los fumadores conductores salió de un estudio realizado en España sobre la incidencia de la acción de fumar mientras se maneja. Si señor, como de costumbre nos asimilan a un país europeo con vehículos de menos de cinco años, con sus calles en perfecto estado y con unas carreteras envidiables. Comparar a Colombia con España en el tema de la conducción es un absurdo. Lo que hubiésemos querido los fumadores criollos es que nos argumentaran con un estudio nacional la incidencia de nuestro vicio en los accidentes colombianos. Pero no existe tal estudio.
Hay otro aspecto que es discriminatorio: es cierto que los no fumadores tienen derechos y que deben ser respetados, pero los fumadores también tenemos derechos y también deben ser respetados: es mi decisión si fumo, cuanto fumo y, si no afecto a nadie, en donde fumo.
Entonces, ¿porqué no se respeta nuestro derecho a tener espacios dedicados exclusivamente a nosotros? La mayoría de aeropuertos del mundo tienen salas de fumadores y allí la nube de humo hace su presencia sin incomodar ni irrespetar a nadie. Pero en el Dorado, con los acostumbrados retrasos, los fumadores debemos soportar la abstinencia porque la medida de la prohibición se aplica a medias: “es prohibido fumar en sitios públicos... que deben adecuar espacios para los fumadores”. ¿Dónde están esos espacios para nosotros? Claro, darle la orden a un celador para que apaguemos el cigarrillo es muy fácil, pero respetar nuestros derechos con sitios para nosotros es muy difícil.
Que se haga justicia. Que se respete nuestro derecho a la igualdad. Que nos demuestren que el cigarrillo está vinculado directamente con accidentes de tránsito colombianos y, por favor, que se respete nuestro derecho de envenenarnos como se nos de la gana.

miércoles, junio 08, 2005

¿Prensa uribista?

He escuchado tantas veces que la prensa colombiana es uribista, que recordé mis labores en Relaciones Públicas. Una de las actividades que desarrollé durante esa etapa fue generar un proceso de medición de lo que decía la prensa sobre cada cliente. El proceso, entre otros aspectos, se hacía con la lectura de cada artículo, noticias o columna que mencionaba al cliente, se evaluaba la tendencia y se decidía si la aparición era positiva, negativa o neutra.
Bueno: tomé la decisión de hacer el análisis de las columnas de opinión que aparecen en los medios y mirar si la tendencia es, como dicen, uribista o si, por el contrario, se está concertando cierto unanimismo editorial contra el Presidente.
Tomé entonces el periodo del 29 de mayo al 4 de junio, para analizar las columnas de El Tiempo, El Espectador, Cambio y Semana.
Los resultados, que ustedes podrán comprobar por internet, son lo siguientes:
El Espectador incluyó un total de 30 columnas y comentarios de los lectores de los cuales 16 eran negativos o hablaban mal de la gestión gubernamental, 13 escribieron sobre otros temas y solo 1 (un comentario pequeño de un lector) mostró una tendencia positiva en sus afirmaciones.
Esto significa que el 53.3% de las columnas y opiniones en El Espectador tienen una tendencia negativa, un 43.3% son neutras (hablan de otros asuntos) y solo el 3.3% son positivas.
En cuanto a El Tiempo, voy a hacer un resumen de la semana: en total fueron publicadas 55 columnas de opinión desde el 29 de mayo hasta el 4 de junio. De estas, 35 fueron neutras, 14 registraron una tendencia negativa y 6 mostraron una opinión positiva. Este resultado muestra que el 10.9% es de tendencia positiva, 25.4% dan una opinión negativa contra el Presidente o el gobierno y el 63.6% son neutras o hablan de otros temas.
Siguiendo con El Tiempo, el domingo 29 de mayo fue el día de mayor equilibrio con 4 columnas positivas y cuatro negativas, seguido por el viernes 3 de junio con una columna con tendencia positiva y una con tendencia negativa; mientras que el lunes 30 de mayo y el miércoles 1 de junio registraron un desequilibrio significativo: el lunes y el miércoles fueron publicadas 3 columnas negativas y ninguna positiva.
En cuanto a Semana, de 8 columnas de opinión en internet, 5 registraron tendencia neutral, mientras que dos fueron negativas y una fue positiva. Es decir, que el 12.5% mostró tendencia positiva, el 25% registró opiniones negativas y el 62.5% fue neutro.
La revista Cambio publicó 5 columnas: 3 positivas y dos neutras, lo que significa que el 60% fue positivo y el 40% fue neutro. En el análisis de Cambio no se encontró ningún escrito de opinión con tendencia negativa.
Hagamos entonces un balance total del asunto: En los medios mencionados fueron analizadas un total de 98 apariciones de opinión: de estas, 55 fueron neutras, 32 registraron negativo y 11 mostraron tendencia positiva. Esto significa que de los medios analizados encontramos que el 56.1% son comentarios sobre otros temas, el 32.7% muestran una clara tendencia negativa y un 11.2% registran como opinión positiva.
Así las cosas, es difícil hablar de un aquelarre mediático uribista, pues los resultados sobre opinión positiva son pobres y solo se registra un 11% de tendencia positiva. Lo que si queda claro es que no hay equilibrio, pues un 32.7% de todas las columnas de opinión analizadas van en contra de las políticas, del gobierno o del propio Presidente. En términos estadísticos, el 25.6% de las opiniones son favorables mientras que el 74.4% muestran una tendencia negativa frente a Uribe Vélez.
¿Será que seguimos hablando de la tendencia favorable a Uribe de los medios colombianos?

martes, junio 07, 2005

La sospecha de ser colombiano

Hemos escuchado miles de historias sobre el maltrato que recibimos los colombianos en los aeropuertos del mundo: historias terribles que demuestran la sospecha inherente a nuestra nacionalidad.
Ahora la situación llegó a mayores por lo ocurrido con la canciller Carolina Barco el 1 de mayo en el aeropuerto de Miami. No vamos a negar la carga que pesa sobre todos los que nacimos en esta tierra cuando se habla de narcotráfico: tampoco podemos ocultar que las mafias delictivas que operan en este país son extremadamente creativas, al punto de involucrar inocentes en situaciones difíciles. Pero esa generalización es un estigma que, como sociedad, estamos obligados a combatir.
El asunto de la Canciller, requisada y, según ella maltratada, no es ni siquiera el reflejo de una situación que viven miles de nacionales a diario, pues es necesario recordar que ella llevaba un pasaporte diplomático, lo que seguramente impidió una vejación peor: porque la señora Barco no fue obligada a soportar radiografías, ni exámenes anales, ni largos interrogatorios en los cuales la presunción de inocencia se convierte en certeza de culpabilidad.
Cosas peores ocurren, sin embargo, en países como México, sitio a donde hay que viajar con la maleta forrada, marcada y en cuyo interior hay que depositar un documento con el número de placa de un agente de policía colombiano, no para salir del problema sino para tener una mayor posibilidad de defensa. El caso del periodista Mauricio Aranguren Molina, quien fue detenido en el aeropuerto de Ciudad de México porque le clonaron la maleta, es esclarecedor. El periodista recibió apoyo del gobierno colombiano de la época y del embajador de Colombia ante el gobierno mexicano, Gustavo de Greiff, para presionar su liberación en niveles muy altos de la justicia mexicana. Sin embargo, tuvo que disponer de más de 30 mil dólares para su defensa y para los consabidos sobornos a las autoridades mexicanas. Esto demuestra que para los colombianos, viajar a otros países es todo un reto, pues el acento y el pasaporte ya nos hacen culpables, o por lo menos sospechosos de ser delincuentes.
Muchos dirán que ya es el colmo que se someta a un colombiano con pasaporte diplomático a semejante maltrato: yo tengo que decir que es algo positivo, pues la situación ya tiene, por fin, una alta visibilidad en los medios y el gobierno ha tenido que tomar cartas en el asunto.
Además, tenemos que decir que la mayoría de colombianos somos gente de buena voluntad, entusiasta y dispuesta a luchar por nuestros sueños, así estén muy lejos de la tierra natal. Pero esas son las consecuencias que tenemos que pagar, como sociedad, por la indiferencia de muchos años frente al narcotráfico: ese es el precio de la complacencia que tuvimos ( y aún tenemos) frente a la corrupción que en un alto porcentaje está infiltrada por los carteles y cartelitos de la droga. Y también es el efecto de la irresponsabilidad de unos medios que han sido negligentes en la protección de la reputación nacional, que han incrementado sus utilidades partiendo del amarillismo y de la exageración de lo que pasa con algunos colombianos en el exterior y con los hechos que ocurren a diario en esta tierra, supongo que por falta de análisis y no por mala fe.
A cada noticia negativa sobre un colombiano vinculado en un delito fuera de Colombia, hay que difundir tres noticias sobre lo que hacen nuestros compatriotas en el exterior: el esfuerzo, el sacrificio, la soledad y el desarraigo son noticia, no por la melancolía sino por la renuncia de estos nacionales en aras de buscar una vida mejor. Las contribuciones de muchos colombianos a otras sociedades son positivas y deben ser mostradas, pues aparte de todo, yo creo que eso vende mucho más que el fenómeno aislado de unos cuantos que delinquen en el exterior. Entonces, la conciencia colectiva debe enfocarse en lo positivo, en la gente que construye y no en unos pocos que destruyen.
Abrimos un espacio para que la gente cuente las cosas buenas, sus luchas cotidianas, sus esfuerzos y la paciencia que han tenido para soportar, muchas veces, el ser tratados como ciudadanos de tercera, no solo por los anfitriones, sino también por los mismos colombianos.