Por Jaime Restrepo. Director Sistema Atrabilioso.
Cuando Alfonso López Michelsen asegura que Ernesto Samper es un pasivo del partido Liberal, no se puede hacer nada distinto a darle la razón. Cuando Samper, a su turno, asegura que la propuesta de López es anacrónica, resulta casi una verdad de Perogrullo que no tiene mucho para discutirse.
De igual forma, López recordó que el asunto de los dineros calientes en la campaña de Samper no está claro y que su presencia es inconveniente para las aspiraciones liberales. Pero López, parece que con el tiempo ha ido perdiendo la memoria, jamás refutó a Carlos Náder, quien aseguró que había conocido a Pablo Escobar en un hotel de Medellín, cuando el narcotraficante sostenía una reunión con el ex presidente y candidato Alfonso López en compañía de Ernesto Samper, en febrero de 1982. Esa también es una carga que el liberalismo debe llevar a cuestas.
Y si hablamos de pasivos, pues Santofimio, Heine Mogollón, Eduardo Mestre Sarmiento y los ex contralores Rodolfo González y David Turbay (todos procesados por la justicia por diferentes delitos) fueron políticos liberales. Además, Pablo Escobar llegó a la Cámara de Representantes gracias al aval del liberalismo. Y también es bueno recordar que en su última entrevista en Colombia, Gilberto Rodríguez Orejuela aseguró ser liberal. Es decir, a López no le alcanzará la vida para enumerar la infinita lista de pasivos de su partido, el que ahora va a salir a la plaza pública a sacudir el trapito rojo al mejor y más moderno estilo de la época en que su padre, Alfonso López Pumarejo, ganó por primera vez las elecciones presidenciales a mediados de los años 30.
Y haciendo memoria, muy pocos discutieron las afirmaciones de Piedad Córdoba, cuando en el Congreso Liberal aseguró que el liberalismo era un partido de traquetos. Ni hablar de los bandazos programáticos, políticos y de una insensatez que raya en la demencia, cuando varios de sus dirigentes salen a criticar todas las actuaciones del gobierno sin tener ningún respaldo ni argumento. Hace unos días Ramiro Bejarano habló de la crisis del DAS y señaló que en cualquier país ese escándalo le hubiese costado la Presidencia a Uribe. El periodista preguntó ¿porqué? Y ahí fue Troya: Bejarano se tomaba las manos, pensaba, balbuceaba y después de casi un minuto atinó a decir: “porque con este escándalo se pierde la confianza en el gobierno”.
Según Bejarano, la pérdida de la confianza en el gobierno debe llevar al Presidente a renunciar. Con esa premisa, Samper no debió permanecer más de 6 meses como huésped de la Casa de Nariño, y Gaviria debió salir por la fuga de Escobar, el apagón o por el escándalo de las barcazas; o también a Barco se le debió exigir la renuncia durante su primer año de mandato, pues durante esos meses el entonces Presidente no se comunicó para nada con los colombianos y no saber qué está haciendo el Presidente genera también muchas desconfianzas.
El constante enfrentamiento, más las vergonzosas actuaciones de los cacaos liberales, quienes han convertido a esa colectividad en el circo de hoy, es un capítulo más de las riñas constantes entre sus dirigentes, que recuerdan aquellos documentales en que las aves carroñeras disputan una porción de un animal muerto. El liberalismo adquiere cada día más, una conformación morfológica similar a la de los chulos, aquellas aves carroñeras que viven pendientes de un despojo para satisfacer su apetito voraz por el poder que han perdido en los últimos 7 años.Cuando están en el poder, los liberales son todos tan amigos, tan queridos y solidarios entre ellos mismos que da la impresión de una colectividad fuerte y cohesionada. Pero la realidad es que son un grupo de políticos enceguecidos por el poder y cuando lo pierden, salen a la luz las incoherencias y los desatinos. Lo que es peor: cuando carecen de poder, evidencian su talante politiquero y corrupto que se alimenta de las cuotas burocráticas y del clientelismo.
Cuando Alfonso López Michelsen asegura que Ernesto Samper es un pasivo del partido Liberal, no se puede hacer nada distinto a darle la razón. Cuando Samper, a su turno, asegura que la propuesta de López es anacrónica, resulta casi una verdad de Perogrullo que no tiene mucho para discutirse.
De igual forma, López recordó que el asunto de los dineros calientes en la campaña de Samper no está claro y que su presencia es inconveniente para las aspiraciones liberales. Pero López, parece que con el tiempo ha ido perdiendo la memoria, jamás refutó a Carlos Náder, quien aseguró que había conocido a Pablo Escobar en un hotel de Medellín, cuando el narcotraficante sostenía una reunión con el ex presidente y candidato Alfonso López en compañía de Ernesto Samper, en febrero de 1982. Esa también es una carga que el liberalismo debe llevar a cuestas.
Y si hablamos de pasivos, pues Santofimio, Heine Mogollón, Eduardo Mestre Sarmiento y los ex contralores Rodolfo González y David Turbay (todos procesados por la justicia por diferentes delitos) fueron políticos liberales. Además, Pablo Escobar llegó a la Cámara de Representantes gracias al aval del liberalismo. Y también es bueno recordar que en su última entrevista en Colombia, Gilberto Rodríguez Orejuela aseguró ser liberal. Es decir, a López no le alcanzará la vida para enumerar la infinita lista de pasivos de su partido, el que ahora va a salir a la plaza pública a sacudir el trapito rojo al mejor y más moderno estilo de la época en que su padre, Alfonso López Pumarejo, ganó por primera vez las elecciones presidenciales a mediados de los años 30.
Y haciendo memoria, muy pocos discutieron las afirmaciones de Piedad Córdoba, cuando en el Congreso Liberal aseguró que el liberalismo era un partido de traquetos. Ni hablar de los bandazos programáticos, políticos y de una insensatez que raya en la demencia, cuando varios de sus dirigentes salen a criticar todas las actuaciones del gobierno sin tener ningún respaldo ni argumento. Hace unos días Ramiro Bejarano habló de la crisis del DAS y señaló que en cualquier país ese escándalo le hubiese costado la Presidencia a Uribe. El periodista preguntó ¿porqué? Y ahí fue Troya: Bejarano se tomaba las manos, pensaba, balbuceaba y después de casi un minuto atinó a decir: “porque con este escándalo se pierde la confianza en el gobierno”.
Según Bejarano, la pérdida de la confianza en el gobierno debe llevar al Presidente a renunciar. Con esa premisa, Samper no debió permanecer más de 6 meses como huésped de la Casa de Nariño, y Gaviria debió salir por la fuga de Escobar, el apagón o por el escándalo de las barcazas; o también a Barco se le debió exigir la renuncia durante su primer año de mandato, pues durante esos meses el entonces Presidente no se comunicó para nada con los colombianos y no saber qué está haciendo el Presidente genera también muchas desconfianzas.
El constante enfrentamiento, más las vergonzosas actuaciones de los cacaos liberales, quienes han convertido a esa colectividad en el circo de hoy, es un capítulo más de las riñas constantes entre sus dirigentes, que recuerdan aquellos documentales en que las aves carroñeras disputan una porción de un animal muerto. El liberalismo adquiere cada día más, una conformación morfológica similar a la de los chulos, aquellas aves carroñeras que viven pendientes de un despojo para satisfacer su apetito voraz por el poder que han perdido en los últimos 7 años.Cuando están en el poder, los liberales son todos tan amigos, tan queridos y solidarios entre ellos mismos que da la impresión de una colectividad fuerte y cohesionada. Pero la realidad es que son un grupo de políticos enceguecidos por el poder y cuando lo pierden, salen a la luz las incoherencias y los desatinos. Lo que es peor: cuando carecen de poder, evidencian su talante politiquero y corrupto que se alimenta de las cuotas burocráticas y del clientelismo.