jueves, septiembre 01, 2005

Se fue Claudia

La diplomacia fue pisoteada. Una vez más Colombia tuvo que pasar una vergüenza enorme por cuenta de un embajador: Claudia Rodríguez de Castellanos pasó con mucha pena y poca gloria por la embajada de Colombia en Brasil. Nuestro país pagó un precio muy alto por 30 o 40 mil votos que es lo que representa la señora Rodríguez de Castellanos y su Partido Nacional Cristiano.
Sabíamos que no se podía esperar nada distinto de lo que ocurrió, pues ella seguramente tendrá (nunca asistí ni a los cultos ni mucho menos a las predicaciones de la Misión Carismática Internacional) una excelente capacidad para los sermones y la oración, pero siempre generó dudas sobre sus talentos para asuntos de gran trascendencia.
Esos 30 o 40 mil votos han sido endosados a muchas empresas electorales: cuando la señora Rodríguez llegó al Senado, lo hizo en representación del Partido Nacional Cristiano, un movimiento que se proclamaba independiente, renovador y con ideas propias. Pero la primera decepción para sus seguidores se produjo el 20 de julio de 1992, cuando Claudia Rodríguez decidió destapar sus cartas, proclamarse liberal natural y participar en la elección del presidente del Senado que ganaría, gracias al voto de Claudia, el entonces senador José Blackburn. ¿Cómo explicar que una Senadora de un movimiento independiente, se revela de pronto como liberal y participa en una delicada decisión de un partido tradicional como el liberal?
Pero esas explicaciones estaban de más para los seguidores de los pastores, Claudia y César, y que creen la propaganda política del Partido Nacional Cristiano, cuya sede ha estado tradicionalmente en las instalaciones administrativas de la Misión Carismática Internacional.
En cuanto a su gestión como Senadora, solo presentó un proyecto de ley (el de la mujer cabeza de familia) que logró sacar adelante gracias al apoyo del entonces senador Álvaro Uribe Vélez. De resto nadie escuchó su voz, ni participó en un debate, ni buscó ejercer control político: solo “calentó” puesto. Pero eso fue suficiente para que sus seguidores respaldaran al papá de Claudia, el señor Alfonso Rodríguez, quien fue elegido para el Concejo de Bogotá.
Unos años más tarde, Claudia, quien vivía en Cajicá, decidió lanzarse como candidata a la Alcaldía Mayor de Bogotá. ¿Pero cómo, si vivía en Cajicá? Eso tampoco les importó a sus seguidores, que la respaldaron decididamente con los 30 o 40 mil votos. Claro, la fe ciega de los pastoreados no le alcanzó para llegar a la Alcaldía.
En las últimas elecciones para el Consejo, el representante del Partido Nacional Cristiano, Orlando Castañeda Serrano, locutor de MCI radio (antes Radio Fantasía) y seguidor de los Castellanos, fue elegido para ocupar una curul en la corporación distrital, gracias a que esos 30 o 40 mil votantes lo conocen y tienen el nombre presente del ahora pastor y antes locutor. Pero Castañeda Serrano le cedió su lugar a su segundo renglón.
La última aparición de la señora Rodríguez de Castellanos fue en la embajada de Colombia ante el Brasil. En una de las primeras columnas de Atrabilioso nos preguntamos cómo era posible que se nombrara a una persona de tan desconocidas habilidades diplomáticas, a la que sus seguidores llaman la doctora, para un cargo de representación internacional VITAL para nuestro país. Pues la respuesta eran, y siguen siendo, los 30 o 40 mil votos que le permitieron ocupar la embajada por 8 meses hasta que el gobierno brasileño (que vergüenza) informó que la embajadora era “poco activa” y que asistía a algunas reuniones en las que no pronunciaba palabra y de otras se marchaba sin despedirse. A tal punto llegó la situación, que el gobierno brasileño decidió adelantar todas las gestiones diplomáticas a través de su embajadora en Colombia.
Después de la renuncia, Claudia Rodríguez de Castellanos anunció que lanzará su nombre para el Senado de la República en una extraña coalición con Cambio Radical de Germán Vargas Lleras. ¿Llegará nuevamente al Congreso la señora Rodríguez de Castellanos con sus pocas realizaciones y después de dejar en vergüenza al país? Amanecerá y veremos.

miércoles, agosto 31, 2005

Los ciudadanos: veedores de nuestra propia seguridad

El exceso de velocidad de una ruta escolar o de un bus de transporte intermunicipal pone en riesgo la vida de los pasajeros.
No bastan los controles que establecen las autoridades, ni las diferentes campañas que se realizan para motivar a los conductores a manejar los vehículos con responsabilidad. A raíz de los múltiples accidentes que se han presentado por el exceso de velocidad, el ministerio de Transporte dispuso una serie de medidas para disminuir la accidentalidad por esta causa.
Después de múltiples presiones, de ajustes en las exigencias y de aplazamientos para que la medida entrara en vigencia, a partir del 1 de septiembre, todas las rutas escolares y los vehículos de transporte intermunicipal con menos de 6 años de antigüedad, deberán instalar la caja negra.
El aparato consiste en una pequeña caja que indica la velocidad que lleva el vehículo y produce un sonido fastidioso para alertar sobre el exceso de velocidad. Básicamente la caja negra registra constantemente la velocidad del vehículo, y cuando supera un límite, (60 kilómetros en cascos urbanos y 80 en carretera), se activa la alarma que alerta tanto al conductor como a los usuarios.
Con estos dos elementos, la disposición pretende que los usuarios del transporte especial efectúen el control y presionen a los conductores para que manejen con una velocidad prudente. Esto significa que los usuarios serán los veedores y podrán reportar las infracciones que se presenten.
Junto a la caja negra, los usuarios encontrarán un aviso en el que están consignados los diferentes teléfonos en los que pueden informar las anomalías.
Además, la caja negra incluye un sistema que almacena la fecha, hora y velocidad máxima con la que un vehículo ha transitado. Estos datos pueden ser descargados por las empresas, que periódicamente tendrán que presentar un informe ante las autoridades de tránsito.
Lo más llamativo de esta medida es que su éxito depende en buena parte de la presión de la ciudadanía y del control que hagan los usuarios de los excesos en los que pueden incurrir los conductores.
Pero también las autoridades deben responder eficazmente por los resultados, pues de nada sirve denunciar si no se aplican los correctivos y las multas respectivas. Hace algunos meses, una ruta escolar repleta de niños desconoció dos semáforos en rojo. De inmediato se instauró la queja ante la Secretaría de Tránsito y lo cierto es que no pasó nada.
De igual forma, las autoridades y las empresas que están diseñando este aparato (cuyo costo oscila entre los 15 y los 20 dólares) deben garantizar que no cederán a la presión de algunos conductores y de algunos propietarios de empresas que siempre preguntan la manera para que la caja negra no registre la velocidad real. Otros, como me contaba el gerente comercial de una compañía que elabora las cajas negras, sencillamente piden que los aparatos no funcionen, porque la resolución 1122 de mayo 26 de 2005, solo exige la instalación de la caja y no que funcione perfectamente.
El éxito de esta medida entonces, depende de dos factores determinantes: el control de los usuarios que tendrán la posibilidad y la obligación civil de reportar las anomalías; y de la honestidad de los fabricantes, de los propietarios y de los conductores que buscando la trampa, solo ponen en riesgo sus vidas y las de sus pasajeros.

lunes, agosto 29, 2005

Se avecina otra frustración

En ocasiones, Colombia se sumerge en discusiones bizantinas: la última tiene que ver con la autorización que le dio el gobierno Uribe a la iglesia Católica para adelantar un prediálogo.
De inmediato la iglesia y algunos sectores hicieron sonar las campanas, como si esa autorización condujera indefectiblemente al canje de 63 colombianos por 500 terroristas. Sin embargo, el asesor presidencial José Obdulio Gaviria, al ser entrevistado sobre cuál era la novedad en la propuesta contestó enfáticamente: ninguna.
Prediálogo significa antes del diálogo, es decir, los jerarcas de la iglesia han sido autorizados para establecer contactos con las Farc para acordar una agenda que les permita iniciar un diálogo que busque los puntos de coincidencia para el canje humanitario. Incluso algunos medios se han aventurado a informar que la sede de esos prediálogos estaría en México o Cuba. En síntesis, nada mejor que las últimas frases de la canción de Serrat, Algo Personal:
"Pero, eso si, los sicarios no pierden ocasión
en declarar publicamente su empeño
en propiciar un diálogo de franca distensión
que les permita hallar un marco previo.
Que garantice unas premisas mínimas
que contribuyan a crear los resortes
que impulsen un punto de partida
sólido y capaz de este a oeste y de sur a norte.
Donde establecer las bases,
de un tratado de amistad
que contribuya a poner los cimientos
de una plataforma donde edificar
un hermoso futuro de amor y paz."
¿A dónde van a conducir esos prediálogos? Al mismo discurso de siempre de los terroristas: despeje militar de los municipios de Pradera y Florida en el Valle del Cauca. A las Farc no les sirve la iniciativa que buscaba establecer una zona de seguridad en Aures, un corregimiento de Caicedonia, también en el Valle por varias razones: la primera, porque los narcoterroristas requieren con urgencia el despeje de estos dos municipios para operar nuevamente el corredor que comunica al sur del país con Buenaventura y el océano Pacífico. Esto lo reconocen en el comunicado de prensa sobre el particular, cuando aseguran que “Razones militares impiden desarrollar el encuentro en Aures”.
Segundo, porque el comandante del Bloque Suroccidental de las Farc, alias Pablo Catatumbo, está cercado por las tropas y no tiene facilidad de movimiento en la región, por lo que necesita con urgencia un despeje que le permita salir del cerco. Tercero, porque Pradera y Florida son municipios fuertemente custodiados por el Ejército ya que son la zona de seguridad para la protección de Palmira, sitio clave para las Farc en donde han perdido el control y la capacidad de maniobra (chantaje, secuestro y extorsión).
Estas razones, narcotráfico, protección para sus cabecillas y recuperación del control territorial son claras para el gobierno nacional: de ahí su reiterada negativa al despeje. Pero hay más: las Farc han reclamado una y otra vez que requieren el despeje de los dos municipios por 30 días para DIALOGAR sobre el acuerdo humanitario: “Las FARC en diferentes oportunidades han señalado su voluntad de reunirse con el gobierno de Uribe para CONVERSAR sobre el tema y evitar más sufrimientos a los prisioneros de guerra de ambas partes y a sus familias”.
Esto significa que así se despejen ambos municipios y el gobierno se siente en la mesa, NO ESTÁ GARANTIZADA la liberación de los secuestrados. Seguramente, después de esos 30 días sin tropas en Pradera y Florida, las Farc saldrán con un escueto comunicado que hablará de las posiciones “inflexibles de la oligarquía” y que, por lo tanto, no encontraron un ambiente para concretar el canje. Entonces, las Farc se retirarán de la negociación, con su botín intacto, y con las utilidades que les habrán dejado los 30 días de despeje.
Si los colombianos, en masa, decidiéramos apoyar un acuerdo humanitario, este debería partir de la entrega de TODOS los secuestrados en poder de las Farc. De igual forma, las Farc deben garantizar que una vez acordado el dichoso despeje, ellos entregarán a TODOS los secuestrados y recibirán a sus 500 delincuentes y simplemente la reunión que se efectuaría entre el gobierno y ellos sería para ultimar detalles como fecha, hora y verificación internacional del canje.
Porque lo cierto es que la solicitud de las Farc de despejar dos municipios para dialogar es el anuncio de una nueva frustración y de un episodio más de la historia de manipulación a que nos tienen acostumbrados los prepotentes barrigones oligarcas que dirigen el narcoterrorismo.