Después de la aplastante derrota que le propinó Álvaro Uribe Vélez en las últimas elecciones presidenciales, Horacio Serpa anunció que no volvería a lanzar su candidatura: “renuncio de una vez y para siempre a aspirar de nuevo a la Presidencia de la República y a ocupar cualquier título responsabilidades públicas o dignidades oficiales" (El País de Cali, mayo 27 de 2002).
Esa posición era apenas lógica, pues en 1994 perdió con un peso medio, Andrés Pastrana Arango y luego recibió una paliza de Uribe Vélez. Lo mejor para Serpa y su partido de Traquetos (según Piedad Córdoba) era que el quemado mostrara algo de pudor y decidiera retirarse de la arena política.
Pero no. Ahora el eterno candidato anunció su precandidatura a la Presidencia de la República, incumpliendo su palabra y de paso generando mayor incredulidad en el declinante electorado liberal. ¿Cómo se le puede creer a una persona que promete algo y luego incumple su palabra? Este anuncio confirma lo que se ha dicho durante años: Horacio Serpa no es un político serio, ni tampoco tienen intenciones responsables con las necesidades y expectativas del país, pues su ambigüedad genera serias sospechas en cuanto a la verdadera ideología del eterno candidato y de paso, pone de manifiesto que busca el poder por el poder y nada más: Serpa debe tener un sueño (clonado de su máximo impulsor Ernesto Samper) que es ser ex presidente.
Será entonces otra campaña escuchando las explicaciones y las miles de excusas sobre su real participación en los hechos que desembocaron en el proceso 8 mil. Será otra campaña en donde salga a brillar la Monita Retrechera, el dinero del cartel de Cali y la caja con dólares que el propio Serpa llevó a San Andrés. Lo novedoso de esta campaña es que, convenientemente, Serpa ha dado a entender que se distanció políticamente de Samper y el ex presidente ha sugerido que se siente más cercano a Uribe Vélez. Pero es tan evidente la maniobra que ni los incautos la aceptarán: es claro que la cercanía de Samper enloda a cualquiera y qué mejor para el partido de Traquetos que ensuciar a Uribe con la proximidad de Samper.
Supongo que el liberalismo oficialista y opositor debe estar tremendamente preocupado por el anuncio de Serpa, pues nuevamente estará un perdedor en la contienda electoral. Además, los que enfrentarían a Serpa deben estar entusiasmados con la idea, pues derrotar a Serpa es solo cuestión de paciencia: parodiando una frase de Humphrey Bogart, “no hay que contradecirlo: basta con esperar, él lo consigue solito”.
Pero el anuncio además, contradice uno de los argumentos expuestos por ese partido en contra de la reelección. Básicamente una de las razones para oponerse a un segundo periodo de Uribe es que no permite la renovación y la aspiración de las nuevas generaciones políticas. Pero resulta que las candidaturas eternas generan exactamente el mismo efecto: aplazan las aspiraciones de jóvenes cuyas ideas son más interesantes y sus trayectorias son menos cuestionables: Rodrigo Rivera Salazar, por ejemplo.
Hay tres situaciones ideales para el país: que sea aprobada la reelección, que Serpa sea candidato liberal y que Navarro represente a algunos sectores de la izquierda que ven en Horacio a un politiquero tradicional. ¿Porqué son ideales estas situaciones? Porque Uribe resultaría elegido, otra vez, en la primera vuelta y tendríamos otros 4 años de seguridad y de desarrollo para el país. Así mismo, porque con Uribe en la Presidencia por otro periodo, las Farc recibirían un golpe contundente: si están replegadas (cosa que siempre he dudado) deberán continuar escondidas, lo que les resta acción proselitista y les quitaría el poco apoyo que tienen en algunas zonas del país. Y si están en acción, porque los combates y la persecución desgastan a un aparato militar que está por fuera del Estado.
Esa posición era apenas lógica, pues en 1994 perdió con un peso medio, Andrés Pastrana Arango y luego recibió una paliza de Uribe Vélez. Lo mejor para Serpa y su partido de Traquetos (según Piedad Córdoba) era que el quemado mostrara algo de pudor y decidiera retirarse de la arena política.
Pero no. Ahora el eterno candidato anunció su precandidatura a la Presidencia de la República, incumpliendo su palabra y de paso generando mayor incredulidad en el declinante electorado liberal. ¿Cómo se le puede creer a una persona que promete algo y luego incumple su palabra? Este anuncio confirma lo que se ha dicho durante años: Horacio Serpa no es un político serio, ni tampoco tienen intenciones responsables con las necesidades y expectativas del país, pues su ambigüedad genera serias sospechas en cuanto a la verdadera ideología del eterno candidato y de paso, pone de manifiesto que busca el poder por el poder y nada más: Serpa debe tener un sueño (clonado de su máximo impulsor Ernesto Samper) que es ser ex presidente.
Será entonces otra campaña escuchando las explicaciones y las miles de excusas sobre su real participación en los hechos que desembocaron en el proceso 8 mil. Será otra campaña en donde salga a brillar la Monita Retrechera, el dinero del cartel de Cali y la caja con dólares que el propio Serpa llevó a San Andrés. Lo novedoso de esta campaña es que, convenientemente, Serpa ha dado a entender que se distanció políticamente de Samper y el ex presidente ha sugerido que se siente más cercano a Uribe Vélez. Pero es tan evidente la maniobra que ni los incautos la aceptarán: es claro que la cercanía de Samper enloda a cualquiera y qué mejor para el partido de Traquetos que ensuciar a Uribe con la proximidad de Samper.
Supongo que el liberalismo oficialista y opositor debe estar tremendamente preocupado por el anuncio de Serpa, pues nuevamente estará un perdedor en la contienda electoral. Además, los que enfrentarían a Serpa deben estar entusiasmados con la idea, pues derrotar a Serpa es solo cuestión de paciencia: parodiando una frase de Humphrey Bogart, “no hay que contradecirlo: basta con esperar, él lo consigue solito”.
Pero el anuncio además, contradice uno de los argumentos expuestos por ese partido en contra de la reelección. Básicamente una de las razones para oponerse a un segundo periodo de Uribe es que no permite la renovación y la aspiración de las nuevas generaciones políticas. Pero resulta que las candidaturas eternas generan exactamente el mismo efecto: aplazan las aspiraciones de jóvenes cuyas ideas son más interesantes y sus trayectorias son menos cuestionables: Rodrigo Rivera Salazar, por ejemplo.
Hay tres situaciones ideales para el país: que sea aprobada la reelección, que Serpa sea candidato liberal y que Navarro represente a algunos sectores de la izquierda que ven en Horacio a un politiquero tradicional. ¿Porqué son ideales estas situaciones? Porque Uribe resultaría elegido, otra vez, en la primera vuelta y tendríamos otros 4 años de seguridad y de desarrollo para el país. Así mismo, porque con Uribe en la Presidencia por otro periodo, las Farc recibirían un golpe contundente: si están replegadas (cosa que siempre he dudado) deberán continuar escondidas, lo que les resta acción proselitista y les quitaría el poco apoyo que tienen en algunas zonas del país. Y si están en acción, porque los combates y la persecución desgastan a un aparato militar que está por fuera del Estado.