Octubre es un mes crítico para las autoridades que luchan contra los delitos relacionados con el satanismo, pues detrás de la celebración del Halloween, existen múltiples rituales de grupos oscuros que incluso contemplan el sacrificio de seres humanos. De hecho, en esta época el Departamento Administrativo de Seguridad DAS lanza alertas sobre la intensificación de las actividades de presuntos grupos satánicos.
Un informe del Concejo capitalino elaborado por Orlando Santiesteban y Carlos Alberto Baena señala que las prácticas satánicas están cada vez más relacionadas con la comisión de
diversos delitos (entre ellos homicidio, violación, inducción o ayuda al suicidio, lesiones personales, hurto, irrespeto a cadáveres, daño en bien ajeno y secuestro, entre otros). Se calcula que la actividad puede incrementarse en la medida que se aproxima el 31 de octubre, fecha en la que las sectas registran su mayor actividad”.
Y es que el problema del satanismo avanza sin que las autoridades puedan enfrentar el fenómeno, pues la libertad de cultos incluye, por supuesto, este tipo de prácticas. En 1998 las autoridades registraban 50 asociaciones relacionadas con el satanismo y en la actualidad se habla
de al menos 250 solo en Bogotá. los cabecillas de las sectas, muchos con solvencia económica, están comprando fincas en poblaciones cercanas a la capital del país. A estos sitios son llevados los fines de semana decenas de jóvenes que, bajo los efectos de drogas alucinógenas, son iniciados en la práctica de orgías, vejámenes y sacrificios. “Allí, el cuerpo de una víctima puede durar tan solo unos pocos minutos antes de ser desmembrado por medio centenar de jóvenes, quienes luego bailan canciones de rock sobre el charco de sangre”, ilustra el experto en sectas satánicas del DAS, Juan de la Cruz.
En cuanto a las intenciones de estos grupos, el
DAS advierte que los jóvenes son usados para cometer actos delictivos que solo benefician al líder y patrocinadores del culto satánico.
“La secta ácida” (nombre que utilizan los investigadores) es la categoría más común en Colombia. La mayoría de las sectas que hay en Bogotá, Medellín, Armenia, Quindío, Pereira y Villavicencio están bajo esta denominación y se reconocen porque adoran a Satanás (su dios) mediante la ejecución de actos criminales.
Según un estudio la Dijin (Dirección de Policía Judicial), en la búsqueda de más seguidores, las sectas satánicas tratan de enganchar a los jóvenes “que presentan problemas de desintegración familiar, falta de afecto, pobreza, adicción a las drogas, baja autoestima, personalidad no definida, carácter frágil y vulnerable”. En el mismo estudio, la policía estableció que para este “reclutamiento” los lideres les ofrecen la opción de conseguir deseos inmediatos (Sexo, Drogas y Alcohol).
En una
investigación de la Procuraduría General de la Nación denominada “Tribus del Diablo – niños y jóvenes satánicos, radiografía de una realidad”, se determinó que “la problemática del satanismo no solamente está incrementándose sino que adicionalmente está íntimamente ligada al reclutamiento de niños y niñas con fines diversos entre los cuales están la trata y la explotación sexual”.
Esto significa que el satanismo está siendo utilizado como señuelo para atraer a adolescentes y jóvenes desesperados para conseguir "personal fresco" para la comisión de delitos e incluso para incorporar a jóvenes niñas ingenuas en la prostitución tanto en Colombia como en el exterior. Es decir: aquí no hay creencias sino una caña para pescar incautos que juran lealtad al demonio, pero solo se convierten en víctimas o victimarios del crimen organizado.
NOTA DE LA DIRECCIÓN: En este enlace encontrará los mecanismos de reclutamiento, adoctrinamiento, iniciación y recomendaciones para los padres.