martes, mayo 31, 2005

De ambulantes

La participación de los vendedores ambulantes en la elección de Luis Eduardo Garzón fue decisiva. Con el argumento de que “el compañero nos va a dejar trabajar”, cientos de ambulantes se lanzaron a las urnas a elegir a su protector.
Después de la elección de Garzón, las calles comenzaron nuevamente a ser invadidas por los vendedores y varias vías importantes se convirtieron en el mercado del agáchese.
Pero la situación se salió de madre y el comercio formal ejerció una gran presión para que Garzón tomara decisiones en cuanto a la preservación del espacio público.
Ahora el Alcalde tendrá que cumplir con la hora cero para los ambulantes de la séptima, quienes ya han manifestado su inconformidad. La administración distrital les ofreció varias opciones como la reubicación, ofertas laborales en Misión Bogotá y en la Secretaría de Tránsito, capacitación en el Sena con sueldo para estudiar y créditos para microempresas.
Las soluciones son acertadas y positivas, pues la sociedad tiene que aportar para que estas personas puedan aprender un oficio sin la persecución del hambre y con la posibilidad de mejorar su calidad de vida.
Sin embargo, la iniciativa de Garzón tiene un asunto que debió debatirse más a fondo: la oferta de empleo en el sector público, pues este remedio resulta peor que la enfermedad: la medida va a ampliar la burocracia y la nómina distrital que tanto trabajo y dinero costó reducir y por lo tanto, específicamente este punto, va en contra de los intereses del distrito, afecta los recursos disponibles para atender otras situaciones urgentes y no se constituye en una solución estructural sino en un paño de agua tibia.
Además, la medida es de corto plazo, porque con la llegada de una nueva administración o en la primera crisis fiscal que tenga la capital del país, lo primero que se recortará será la nómina y tarde o temprano los empleados de Misión Bogotá y de la Secretaría de Tránsito saldrán damnificados.
Otro hecho que llama la atención es la renuencia de la mayoría de vendedores ambulantes a inscribirse en alguna de estas opciones: si los van a reubicar, si van a tener una mejor calidad de vida, si van a tener la posibilidad de construir futuro, ¿porqué su negativa?
Porque hay sectores distintos a los vendedores ambulantes, que lejos de beneficiarse con esta iniciativa, se perjudican. Es bien sabido que existen mafias que se han apoderado del espacio público en diferentes sectores de Bogotá: estas mafias cobran alquiler por el puesto en los semáforos, por el metro que ocupan los vendedores en la acera o por caminar con la mercancía en una calle determinada. Entonces, a esos usufructuantes del espacio público los perjudica enormemente la iniciativa, porque el dinero que les pagaban por el arriendo de algo que no les pertenece, pasará a a la ciudad en impuestos y alquiler de espacios legales.
Otro sector opuesto a la medida de Garzón es el de los contrabandistas y lavadores de dólares. Con esta legalización y con la salida de las calles de los ambulantes, aquellos que suministran mercancía de contrabando y los que intentan legalizar dineros del narcotráfico con mercaderías de diferentes clases y procedencias, pueden perder un importante nicho de mercado.
Entonces, las mafias de arrendadores del espacio público y los contrabandistas y lavadores presionaron a sus vendedores a no aceptar ninguna de las ofertas del Alcalde, dando la apariencia de que los vendedores solo quieren seguir en las calles sin ninguna posibilidad de progreso y bienestar. Pero lo cierto es que hay presiones muy fuertes contra la iniciativa de Garzón, porque perjudica las actividades ilícitas de muchos que se benefician de la necesidad de trabajo de los vendedores ambulantes.

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