Ya no se puede ocultar. La división del Polo Democrático Independiente es más evidente que nunca. En las últimas horas, Antonio Navarro, Gustavo Petro y Germán Navas (a nombre del PDI) decidieron apoyar el proyecto de garantías para la oposición en una contienda electoral que involucre la reelección.
De inmediato “el senador Carlos Gaviria, de Alternativa Democrática, visiblemente contrariado por la decisión de sus amigos, dejó una constancia para advertir que se opone a la aprobación de este proyecto” (El Tiempo, mayo 24 ).
A las pocas horas salió el actual presidente del PDI Samuel Moreno Rojas, en la W Radio, a desautorizar la decisión de Navarro y Petro y afirmó que ellos hablaron a nombre propio y no en representación del partido.
Este es el último capítulo de una larga lista de divisiones al interior de la agrupación política. Hace unas semanas, Antonio Navarro aseguró que sería muy grave que la Corte Constitucional frenara la reelección, porque convertiría a Uribe en un mártir que, de paso, señalaría con un dedo al futuro Presidente de la República. La afirmación de Navarro resulta curiosa, porque siendo uno de los máximos líderes del Polo Democrático Independiente, prácticamente desautoriza las acciones de sus camaradas (por una inconveniente falta de visión política) quienes en gavilla con los liberales oficialistas, pusieron el mayor número de demandas contra la reelección en la Corte Constitucional.
Pero ahí no termina todo. Las declaraciones de Ernesto Samper a El Tiempo del 17 de abril, fueron reveladoras en cuanto al Polo: lo dividió entre buenos y malos, entre los que siguen la corriente de Lucho Garzón y los que tienen el criterio de Navarro y de Petro. Como sería de negativa la alusión negativa que Petro salió a desmentir la división del Polo Democrático y a enfatizar que Samper no podrá partir al “cohesionado” partido de izquierda.
Lo cierto de estas divisiones es que el mayor beneficiario será el partido, muy partido liberal oficialista, que pese a ser una colcha de retazos de ideologías y ambiciones, resurgirá como una opción de oposición en Colombia, motivada por el clientelismo, la politiquería y la carencia de burocracia.
Podrán lanzar cortinas de humo. Intentarán tapar el cielo con las manos, pero las evidencias de una profunda división al interior del PDI son abrumadoras. En Bogotá la bancada del Polo en el Concejo ha saboteado la pobre gestión del Alcalde. Además se han constituido en la más férrea oposición del mandatario capitalino, porque no les gusta el estilo de gobierno y el manejo de sus relaciones con el legislativo bogotano: mejor dicho, Lucho repartió mal las cuotas burocráticas y eso tiene ofendidos a los concejales polistas. Eso podría ser síntoma de independencia, pero lo cierto es que en política partidista, los “trapos sucios se lavan en casa” y el PDI exhibe sin pudor los paños menores de sus vergüenzas.Es evidente que el PDI heredó los mismos vicios de los partidos de izquierda colombianos: nadie los puede poner de acuerdo, porque las vanidades personales de sus dirigentes están por encima de las decisiones de una colectividad y porque muestran el hambre de poder, de burocracia y de clientelismo que tanto critican pero que ansían con toda desesperación.
De inmediato “el senador Carlos Gaviria, de Alternativa Democrática, visiblemente contrariado por la decisión de sus amigos, dejó una constancia para advertir que se opone a la aprobación de este proyecto” (El Tiempo, mayo 24 ).
A las pocas horas salió el actual presidente del PDI Samuel Moreno Rojas, en la W Radio, a desautorizar la decisión de Navarro y Petro y afirmó que ellos hablaron a nombre propio y no en representación del partido.
Este es el último capítulo de una larga lista de divisiones al interior de la agrupación política. Hace unas semanas, Antonio Navarro aseguró que sería muy grave que la Corte Constitucional frenara la reelección, porque convertiría a Uribe en un mártir que, de paso, señalaría con un dedo al futuro Presidente de la República. La afirmación de Navarro resulta curiosa, porque siendo uno de los máximos líderes del Polo Democrático Independiente, prácticamente desautoriza las acciones de sus camaradas (por una inconveniente falta de visión política) quienes en gavilla con los liberales oficialistas, pusieron el mayor número de demandas contra la reelección en la Corte Constitucional.
Pero ahí no termina todo. Las declaraciones de Ernesto Samper a El Tiempo del 17 de abril, fueron reveladoras en cuanto al Polo: lo dividió entre buenos y malos, entre los que siguen la corriente de Lucho Garzón y los que tienen el criterio de Navarro y de Petro. Como sería de negativa la alusión negativa que Petro salió a desmentir la división del Polo Democrático y a enfatizar que Samper no podrá partir al “cohesionado” partido de izquierda.
Lo cierto de estas divisiones es que el mayor beneficiario será el partido, muy partido liberal oficialista, que pese a ser una colcha de retazos de ideologías y ambiciones, resurgirá como una opción de oposición en Colombia, motivada por el clientelismo, la politiquería y la carencia de burocracia.
Podrán lanzar cortinas de humo. Intentarán tapar el cielo con las manos, pero las evidencias de una profunda división al interior del PDI son abrumadoras. En Bogotá la bancada del Polo en el Concejo ha saboteado la pobre gestión del Alcalde. Además se han constituido en la más férrea oposición del mandatario capitalino, porque no les gusta el estilo de gobierno y el manejo de sus relaciones con el legislativo bogotano: mejor dicho, Lucho repartió mal las cuotas burocráticas y eso tiene ofendidos a los concejales polistas. Eso podría ser síntoma de independencia, pero lo cierto es que en política partidista, los “trapos sucios se lavan en casa” y el PDI exhibe sin pudor los paños menores de sus vergüenzas.Es evidente que el PDI heredó los mismos vicios de los partidos de izquierda colombianos: nadie los puede poner de acuerdo, porque las vanidades personales de sus dirigentes están por encima de las decisiones de una colectividad y porque muestran el hambre de poder, de burocracia y de clientelismo que tanto critican pero que ansían con toda desesperación.
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