Hace 10 años, la carretera Bogotá – Villavicencio estaba en plena construcción. Por la vía, una trocha llena de baches, cráteres y deslizamientos, solo se podía transitar en horas de la noche, porque en el día se realizaban los trabajos de la prometida autopista al Llano: espectaculares puentes, túneles de grandes dimensiones y un trabajo de reconstrucción de la vía eran las obras que llenaban a los llaneros de esperanza.
La adjudicación de la obra y la concesión se realizó en el gobierno de Ernesto Samper Pizano, quien viajó a Villavicencio al comienzo de su mandato (si se puede llamar así) para prometerles a los llaneros que volvería al final del periodo por la nueva autopista y a inaugurar el anhelado acueducto de la ciudad.
Ni lo uno ni lo otro. La famosa autopista en concesión tiene un tramo (el más peligroso e inestable) a cargo del Estado: en el mejor de los casos dicho tramo recuerda las épocas de la trocha que comunicaba a Bogotá con Villavicencio. El Estado nunca entrego esa parte de la vía, porque no lograron estabilizarla. Sin embargo, para llegar a Villavicencio, en solo peajes hay que pagar desde 21.900 hasta 120.200 pesos, según el vehículo. Como el trayecto es de 86 kilómetros, el valor de los peajes oscila entre 250 y 1.300 pesos por kilómetro (11 y 56 centavos de dólar, respectivamente). Eso, sin contar con las restricciones que INVIAS hace para realizar trabajos que eviten el desprendimiento de roca.
En cuanto al acueducto, la promesa de Samper se sabía que era un engaño: Villavicencio NO tenía un problema de acueducto sino de redes y ese trabajo, más costoso e impopular, requería prácticamente romper la mayoría de calles del centro y de los antiguos barrios de la ciudad. Finalmente un alcalde decidió darse la pela y solucionar el problema, de una vez por todas, del suministro de agua potable para los habitantes de Villavicencio. En cualquier caso, Samper no fue en carro a la capital del Meta, ni pudo tomarse una gota de agua del acueducto prometido.
Lo peor del caso es que el gobierno Samper decidió hacer un contrato absurdo en el que entregó una carretera en concesión, pero se reservó el mantenimiento del tramo que justamente requiere mayor inversión. Muchos de los usuarios de la carretera estarían dispuestos a pagar sin remordimientos todos los peajes, si el viaje fuera cómodo, seguro y transitando por una vía amable. Ese vicio que tenemos de llamar a cualquier cosa autopista es un despiste de ingenuos, posiblemente un disfraz para ocultar la pobreza en las vías nacionales, pero lo cierto es que la autopista al Llano es, en algunos tramos, una carretera mediocre, con decenas de hundimientos en la banca y con varios metros destapados: eso sin contar con los continuos derrumbes y los desprendimientos de rocas gigantescas que van a parar a la mitad de la vía; pero eso sí, el pago de los peajes es sagrado así no se vea la inversión de ese dinero por ningún lado.
Y es muy grave lo que está ocurriendo con la “autopista” al Llano, porque esa región, después de décadas de ser azotada por los grupos narcoterroristas, emprendió importantes tareas para atraer al turismo doméstico y dar a conocer las maravillas del paisaje y de la gente del Llano. Es más: en las últimas temporadas, Villavicencio se convirtió en uno de los principales destinos de los bogotanos, por su cercanía, el clima y las posibilidades de contacto con la naturaleza. Además, se han visto inversiones significativas en el fortalecimiento de la infraestructura turística, todo para responder al turismo procedente, sobre todo, del centro del país.
La adjudicación de la obra y la concesión se realizó en el gobierno de Ernesto Samper Pizano, quien viajó a Villavicencio al comienzo de su mandato (si se puede llamar así) para prometerles a los llaneros que volvería al final del periodo por la nueva autopista y a inaugurar el anhelado acueducto de la ciudad.
Ni lo uno ni lo otro. La famosa autopista en concesión tiene un tramo (el más peligroso e inestable) a cargo del Estado: en el mejor de los casos dicho tramo recuerda las épocas de la trocha que comunicaba a Bogotá con Villavicencio. El Estado nunca entrego esa parte de la vía, porque no lograron estabilizarla. Sin embargo, para llegar a Villavicencio, en solo peajes hay que pagar desde 21.900 hasta 120.200 pesos, según el vehículo. Como el trayecto es de 86 kilómetros, el valor de los peajes oscila entre 250 y 1.300 pesos por kilómetro (11 y 56 centavos de dólar, respectivamente). Eso, sin contar con las restricciones que INVIAS hace para realizar trabajos que eviten el desprendimiento de roca.
En cuanto al acueducto, la promesa de Samper se sabía que era un engaño: Villavicencio NO tenía un problema de acueducto sino de redes y ese trabajo, más costoso e impopular, requería prácticamente romper la mayoría de calles del centro y de los antiguos barrios de la ciudad. Finalmente un alcalde decidió darse la pela y solucionar el problema, de una vez por todas, del suministro de agua potable para los habitantes de Villavicencio. En cualquier caso, Samper no fue en carro a la capital del Meta, ni pudo tomarse una gota de agua del acueducto prometido.
Lo peor del caso es que el gobierno Samper decidió hacer un contrato absurdo en el que entregó una carretera en concesión, pero se reservó el mantenimiento del tramo que justamente requiere mayor inversión. Muchos de los usuarios de la carretera estarían dispuestos a pagar sin remordimientos todos los peajes, si el viaje fuera cómodo, seguro y transitando por una vía amable. Ese vicio que tenemos de llamar a cualquier cosa autopista es un despiste de ingenuos, posiblemente un disfraz para ocultar la pobreza en las vías nacionales, pero lo cierto es que la autopista al Llano es, en algunos tramos, una carretera mediocre, con decenas de hundimientos en la banca y con varios metros destapados: eso sin contar con los continuos derrumbes y los desprendimientos de rocas gigantescas que van a parar a la mitad de la vía; pero eso sí, el pago de los peajes es sagrado así no se vea la inversión de ese dinero por ningún lado.
Y es muy grave lo que está ocurriendo con la “autopista” al Llano, porque esa región, después de décadas de ser azotada por los grupos narcoterroristas, emprendió importantes tareas para atraer al turismo doméstico y dar a conocer las maravillas del paisaje y de la gente del Llano. Es más: en las últimas temporadas, Villavicencio se convirtió en uno de los principales destinos de los bogotanos, por su cercanía, el clima y las posibilidades de contacto con la naturaleza. Además, se han visto inversiones significativas en el fortalecimiento de la infraestructura turística, todo para responder al turismo procedente, sobre todo, del centro del país.
Claro, fundamentalmente la gente busca sitios alternativos, de fácil y cómodo acceso. Lo que está por verse es si la vía entre Bogotá y Villavicencio será una trocha de tortura o una carretera con un mantenimiento adecuado para que los viajeros sigan descubriendo las maravillas que tienen los Llanos Orientales.
1 comentario:
6 comentarios -Mostrar entrada original
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El usuario anónimo dijo...
Planeamos obras grandiosas copiadas de modelos en otros paises,como ese del pago de los peajes,para el manteimiento de las carreteras,hasta ahi todo es maravilloso y funcionaria, el asunto es que copiamos mal,las supercarreteras en las cuales se paga peaje son eso, super carretras,de trafico rapido, sin muchos accesos,condiciones optimas y lo principal , son alternativas, hay siempre otras carreteras de acceso a los mismos lugares,sostenidas por el estado,de uso publico,las autopistas con peaje son una opcion, no la UNICA via de acceso a una region.
xpr
septiembre 19, 2005 4:39 AM
Atrabilioso dijo...
NOTA DE LA DIRECCIÓN A XPR:
Tiene razón. El ejemplo más claro está en el recorrido Bogotá - Villeta. El usuario tiene dos alternativas: la de la concesión (realmente bien mantenida, amplia, con varios carriles en la mayor parte del tramo. La otra es la famosa e ingrata autopista Bogotá - Medellín, estrecha, con huecos, sin posibilidades de adelantar, llena de buses y camiones. Además de copiar mal el modelo, se le añadieron arandelas del pecunio propio: el Estado les garantizó un número mínimo de vehículos por día y la diferencia, cuando fuera menor al estimado, la cubre el Estado, mientras que si es mayor, queda para el concesionario. Aclaremos que esto ocurrió durante el gobierno Samper.
Gracias por sus comentarios.
septiembre 19, 2005 8:06 AM
El usuario anónimo dijo...
ATRABILIOSO;
Nuevamente alerta de huracan en Miami,"Rita" se acerca peligrosamente como tormenta tropical.
Estamos preparados, Dios nos preserve de una nueva tragedia.....
septiembre 19, 2005 11:16 AM
Dibolledo dijo...
Así es, lo que dice XPR sobre las verdaderas autopistas me recuerda una anécdota de un amigo que fue a recoger a un extranjero al aeropuerto y tenia que llevarlo a no se donde, en el camino mi amigo y su primo discutían que vía seria la mas adecuada, si la autopista o la séptima, al final cogieron la autopista con tan mala suerte que hubo un tremendo trancón y llegaron una hora tarde, una vez en el destino pregunta el gringo “¿Y por que no coguierrron la autopista?”
septiembre 19, 2005 4:38 PM
Atrabilioso dijo...
A TODOS LOS RESIDENTES EN LA FLORIDA:
Un abrazo solidario y nuestros mejores deseos porque este fenómeno no les ocasione NINGÚN problema. Estaremos atentos a sus informaciones. POR FAVOR, los que tienen comunicación directa con nosotros, repórtense depués del paso de Rita para estar tranquilos aquí en Colombia. De igual forma, si las comunicaciones telefónicas son difíciles con el país, nos envían la información y hacemos el puente.
septiembre 19, 2005 6:25 PM
Atrabilioso dijo...
NOTA DE LA DIRECCIÓN A DIBOLLEDO:
Me pasó exactamente lo mismo con un amigo europeo. Lo invité a Zipaquirá y le describí el recorrido. Cuando pasábamos por el puente del Común me preguntó en qué momento tomaríamos la autopista. Y eso que la Autonorte es mostrable... lo que está ocurriendo en la vía al Llano es aterrador, al igual que la famosa autopista del Café, en cuyo recorrido es posible orientarse gracias a los buenos oficios de algunas personas que informan el desvío (sin señalización obviamente) y las vueltas que se deben dar para continuar el recorrido: "¿ve esa piedra blanca? por ahí da vuelta a la derecha, camina como medio kilómetro destapado y ahí se vuelve a encontrar con la autopista"...
Esto ocurrió en el día. ¿Se imaginan como será de noche?
Un abrazo y gracias por sus comentarios.
septiembre 19, 2005 6:30 PM
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