Son dos casos que hacen palidecer a Alberto Santofimio con su pensión inflada. Son dos casos que demuestran el manejo descarado de los recursos públicos, de esa platica que con tanto esfuerzo tenemos que pagar en impuestos y que unos funcionarios, con el más descarado cinismo, llevan a sus bolsillos sin ningún inconveniente.
El senador Luis Guillermo Vélez, en una entrevista para El Espectador, denunció uno de los más grandes saqueos que haya vivido el país. Comencemos por recordar la crisis del sector financiero en 1999, cuando el gobierno de Andrés Pastrana tuvo que intervenir para mantener en pie a este sector fundamental de la economía. Una de las medidas fue el famoso dos por mil en las transacciones financieras, medida que fue tomada originalmente para ayudar a la reconstrucción del Eje Cafetero. Para frenar la crisis, el gobierno desplazó ese ingreso, junto con una buena partida del presupuesto nacional, al apuntalamiento de los bancos y corporaciones nacionales. En total el salvamento de la banca pública requirió una inversión de casi 16 billones de pesos. Sin embargo,” desde 1999, no se han recuperado sino $500.000 millones”.
No está mal escrita la cifra: son más de 15 billones de pesos los que están perdidos y esta cifra equivale no a una, ni a dos sino a diez reformas tributarias. En la misma entrevista, Vélez indicó que por este dinero deben responder El Banco de la República y Fogafín, entidades que han dicho que no tenían ni idea de la recuperación de ese capital. Lo peor no es eso: el Senador espera que después de la denuncia, las entidades responsables “empiecen a hacer una inspección completa para ver qué hay en bienes, en inmuebles, en cartera, en cartera vencida y en juzgados. Hay que hacer un inventario completo. Se supone que esos 15,9 billones salieron, además del 2 por mil, del presupuesto nacional (impuestos), del Fogafín y de emisiones del Banco de la República”. Ese dinero salió de los bolsillos de todos los colombianos en el momento más difícil de la economía nacional en los últimos tiempos. Ese dos por mil era para muchos todo un capital que ahora nos vienen a decir, se perdió quien sabe en donde. La frase con la que Luis Guillermo Vélez termina su respuesta es triste y lapidaria: “Me imagino que no todo se lo han robado”. (El Espectador, abril 23 de 2005)
Veamos el segundo caso. Que al gerente de una empresa pública le paguen 46 millones de pesos mensuales es un insulto a los contribuyentes. Que ese gerente no cumpla con los requisitos mínimos para el cargo, ganando esa cifra, es una afrenta. Pero que el ganador de semejante salario no tenga dedicación completa a su cargo porque sigue devengando un sueldo igual en una empresa privada (es decir ganando dos sueldos de 46 millones) es una indignidad y una falta ética de enormes proporciones. Además, si el personaje firma su propio contrato como empleado y como representante legal (contrato estilo yo con yo), deja serias dudas legales que deben ser aclaradas por las autoridades.
El anterior gerente de Ola, Mauricio Mesa, es el autor, protagonista y beneficiario de todas las conductas anteriores. Si, el que encabezó la empresa que “te comunica feliz” es la persona que sin haber trabajado nunca en una empresa de telecomunicaciones llegó a dirigirla y a ganar un salario integral de 46 millones de pesos. Pero antes de dirigir a Colombia Móvil, él era gerente ejecutivo de Sancela Familia, los de las servilletas y el papel higiénico y durante los dos primeros meses de gestión siguió ganando su sueldo de 46 millones mensuales en esa empresa, según él porque Sancela Familia le hizo un reconocimiento en efectivo a su trabajo. Es decir, Mesa lograba un sueldo mensual de 92 millones. Pero ojo, esa plata era casi libre porque Ola le daba dos carros (uno para Bogotá y otro para Medellín). También pagaba el arriendo del apartamento en Bogotá, la administración del inmueble y los servicios públicos (supongo que en estrato 6). Además, los tiquetes aéreos para él y su familia y, por si fuera poco, los gastos de representación en un club privado. A Mesa no le faltó sino incluir el mercado en el contrato, porque supongo que el papel higiénico le debe ser suministrado todavía por Familia.
Esto sin contar las bonificaciones que recibía, según el contrato que él firmó con él mismo (representante legal y empleado) por desempeño, crecimiento y otras arandelas. (Toda la información de El Tiempo.com, abril 7 de 2005).
Ola... por lo menos que se vean las investigaciones y que recupere algo de ese dinero, porque no están jugando con recursos de la empresa privada, también deplorable, sino que hay un manejo, por lo menos cuestionable, de los dineros públicos.
El senador Luis Guillermo Vélez, en una entrevista para El Espectador, denunció uno de los más grandes saqueos que haya vivido el país. Comencemos por recordar la crisis del sector financiero en 1999, cuando el gobierno de Andrés Pastrana tuvo que intervenir para mantener en pie a este sector fundamental de la economía. Una de las medidas fue el famoso dos por mil en las transacciones financieras, medida que fue tomada originalmente para ayudar a la reconstrucción del Eje Cafetero. Para frenar la crisis, el gobierno desplazó ese ingreso, junto con una buena partida del presupuesto nacional, al apuntalamiento de los bancos y corporaciones nacionales. En total el salvamento de la banca pública requirió una inversión de casi 16 billones de pesos. Sin embargo,” desde 1999, no se han recuperado sino $500.000 millones”.
No está mal escrita la cifra: son más de 15 billones de pesos los que están perdidos y esta cifra equivale no a una, ni a dos sino a diez reformas tributarias. En la misma entrevista, Vélez indicó que por este dinero deben responder El Banco de la República y Fogafín, entidades que han dicho que no tenían ni idea de la recuperación de ese capital. Lo peor no es eso: el Senador espera que después de la denuncia, las entidades responsables “empiecen a hacer una inspección completa para ver qué hay en bienes, en inmuebles, en cartera, en cartera vencida y en juzgados. Hay que hacer un inventario completo. Se supone que esos 15,9 billones salieron, además del 2 por mil, del presupuesto nacional (impuestos), del Fogafín y de emisiones del Banco de la República”. Ese dinero salió de los bolsillos de todos los colombianos en el momento más difícil de la economía nacional en los últimos tiempos. Ese dos por mil era para muchos todo un capital que ahora nos vienen a decir, se perdió quien sabe en donde. La frase con la que Luis Guillermo Vélez termina su respuesta es triste y lapidaria: “Me imagino que no todo se lo han robado”. (El Espectador, abril 23 de 2005)
Veamos el segundo caso. Que al gerente de una empresa pública le paguen 46 millones de pesos mensuales es un insulto a los contribuyentes. Que ese gerente no cumpla con los requisitos mínimos para el cargo, ganando esa cifra, es una afrenta. Pero que el ganador de semejante salario no tenga dedicación completa a su cargo porque sigue devengando un sueldo igual en una empresa privada (es decir ganando dos sueldos de 46 millones) es una indignidad y una falta ética de enormes proporciones. Además, si el personaje firma su propio contrato como empleado y como representante legal (contrato estilo yo con yo), deja serias dudas legales que deben ser aclaradas por las autoridades.
El anterior gerente de Ola, Mauricio Mesa, es el autor, protagonista y beneficiario de todas las conductas anteriores. Si, el que encabezó la empresa que “te comunica feliz” es la persona que sin haber trabajado nunca en una empresa de telecomunicaciones llegó a dirigirla y a ganar un salario integral de 46 millones de pesos. Pero antes de dirigir a Colombia Móvil, él era gerente ejecutivo de Sancela Familia, los de las servilletas y el papel higiénico y durante los dos primeros meses de gestión siguió ganando su sueldo de 46 millones mensuales en esa empresa, según él porque Sancela Familia le hizo un reconocimiento en efectivo a su trabajo. Es decir, Mesa lograba un sueldo mensual de 92 millones. Pero ojo, esa plata era casi libre porque Ola le daba dos carros (uno para Bogotá y otro para Medellín). También pagaba el arriendo del apartamento en Bogotá, la administración del inmueble y los servicios públicos (supongo que en estrato 6). Además, los tiquetes aéreos para él y su familia y, por si fuera poco, los gastos de representación en un club privado. A Mesa no le faltó sino incluir el mercado en el contrato, porque supongo que el papel higiénico le debe ser suministrado todavía por Familia.
Esto sin contar las bonificaciones que recibía, según el contrato que él firmó con él mismo (representante legal y empleado) por desempeño, crecimiento y otras arandelas. (Toda la información de El Tiempo.com, abril 7 de 2005).
Ola... por lo menos que se vean las investigaciones y que recupere algo de ese dinero, porque no están jugando con recursos de la empresa privada, también deplorable, sino que hay un manejo, por lo menos cuestionable, de los dineros públicos.
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