Para demostrar el publicitado y erróneo concepto del fin del repliegue de las Farc, los terroristas acometieron una serie de acciones que buscaron golpear a la opinión pública y desprestigiar la política de seguridad democrática.
En Semana Santa fueron secuestrados siete colombianos en el Cauca y Antioquia. Estos delitos, contra población indefensa, contra seres humanos que no están en pie de guerra para combatir a estos delincuentes; demuestran la cobardía y los verdaderos propósitos de un grupo que se sabe golpeado y que requiere con urgencia el despliegue de sus acciones mediante golpes de opinión.
En las carreteras, los intentos terroristas fueron controlados con éxito. Se sabe que por lo menos 5 millones de viajeros utilizaron todos los medios de transporte para ejercer su derecho de movilización y para disfrutar de un tiempo de vacaciones. Incluso sitios de turismo alterno, algunos con dificultades de infraestructura, estuvieron al límite de su capacidad. Con esto, Colombia dio el mayor golpe de opinión de los últimos años: no nos van a intimidar.
No salimos con pancartas a recorrer las calles. No gritamos ni lanzamos arengas contra los delincuentes. Solo empacamos las maletas, buscamos en que transportarnos y llegamos a nuestros destinos. Esta fue la más grande manifestación que haya vivido nuestro país en los últimos tiempos.
Contrario a lo que los delincuentes pensaban, en esta oportunidad viajaron más colombianos y SIN CARAVANAS. El gobierno nacional encontró que las caravanas organizadas en la última temporada no fueron utilizadas por el grueso de los viajeros, pues ya había pasado la época de los tanques acompañantes. Los viajeros colombianos perdieron el miedo de recorrer las carreteras y comenzó a posicionarse la idea de la seguridad en la mente de los nacionales. Con la primera etapa agotada, vino la segunda, la de blindar las carreteras para garantizar la seguridad, dejándonos en libertad de escoger la hora de salida y no supeditándonos a los horarios de las caravanas. Es decir, se acabó la dependencia de las caravanas y comenzó la protección visible del Estado en las carreteras.
Cinco millones de viajeros son una muestra del coraje de los colombianos y una comprobación de la sensible reducción del poder de las Farc para intimidarnos.
Todos somos conscientes que con esta actitud, Colombia retó de verdad a los terroristas. Sabemos, como ocurrió hace 15 años, que los retos al terrorismo pueden traernos problemas, pero es justamente esa actitud y el asumir los riesgos, el verdadero sentido de la democracia y la libertad que todos debemos defender.
En Semana Santa fueron secuestrados siete colombianos en el Cauca y Antioquia. Estos delitos, contra población indefensa, contra seres humanos que no están en pie de guerra para combatir a estos delincuentes; demuestran la cobardía y los verdaderos propósitos de un grupo que se sabe golpeado y que requiere con urgencia el despliegue de sus acciones mediante golpes de opinión.
En las carreteras, los intentos terroristas fueron controlados con éxito. Se sabe que por lo menos 5 millones de viajeros utilizaron todos los medios de transporte para ejercer su derecho de movilización y para disfrutar de un tiempo de vacaciones. Incluso sitios de turismo alterno, algunos con dificultades de infraestructura, estuvieron al límite de su capacidad. Con esto, Colombia dio el mayor golpe de opinión de los últimos años: no nos van a intimidar.
No salimos con pancartas a recorrer las calles. No gritamos ni lanzamos arengas contra los delincuentes. Solo empacamos las maletas, buscamos en que transportarnos y llegamos a nuestros destinos. Esta fue la más grande manifestación que haya vivido nuestro país en los últimos tiempos.
Contrario a lo que los delincuentes pensaban, en esta oportunidad viajaron más colombianos y SIN CARAVANAS. El gobierno nacional encontró que las caravanas organizadas en la última temporada no fueron utilizadas por el grueso de los viajeros, pues ya había pasado la época de los tanques acompañantes. Los viajeros colombianos perdieron el miedo de recorrer las carreteras y comenzó a posicionarse la idea de la seguridad en la mente de los nacionales. Con la primera etapa agotada, vino la segunda, la de blindar las carreteras para garantizar la seguridad, dejándonos en libertad de escoger la hora de salida y no supeditándonos a los horarios de las caravanas. Es decir, se acabó la dependencia de las caravanas y comenzó la protección visible del Estado en las carreteras.
Cinco millones de viajeros son una muestra del coraje de los colombianos y una comprobación de la sensible reducción del poder de las Farc para intimidarnos.
Todos somos conscientes que con esta actitud, Colombia retó de verdad a los terroristas. Sabemos, como ocurrió hace 15 años, que los retos al terrorismo pueden traernos problemas, pero es justamente esa actitud y el asumir los riesgos, el verdadero sentido de la democracia y la libertad que todos debemos defender.
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