lunes, mayo 16, 2005

En la erradicación de cultivos ilícitos hay que cumplir los pactos

Colombia adolece de políticas de Estado y las decisiones cambian de gobierno a gobierno. Esto sucedió con la erradicación manual de cultivos ilícitos que fue acordada con diferentes comunidades, en especial con las del sur del país. Pero con la llegada de Uribe, estos acuerdos se fueron marchitando hasta casi desaparecer, por el afán del Presidente de acabar con el problema lo más rápido posible.
Después de varios años de fumigación con Roundup (glifosato) y los fijadores a las hojas, como Cosmo-Flux y Cosmo InD los resultados no pueden ser peores: el número de hectáreas sembradas sigue estable y se evidencia la adaptación de los narco cultivadores a las estrategias de fumigación, adquiriendo una gran movilidad en la siembra y cultivo de coca y amapola. Las cifras entregadas por la CIA revelan que el número de hectáreas cultivadas se mantiene. De inmediato, algunos funcionarios han salido a controvertir las cifras con el número de hectáreas fumigadas el año anterior y en lo que va corrido del 2005. Lo evidente es que pese al gran esfuerzo de fumigación y al costo social y económico que implica, no es una estrategia que muestre resultados satisfactorios.
El psicólogo B.F. Skinner creó la teoría del condicionamiento operante, es decir que ante un estimulo se produce una respuesta voluntaria, que puede ser reforzada, de manera positiva o negativa, provocando que la conducta operante se fortalezca o debilite. Si la fumigación aérea no ha producido los resultados esperados, esto lo podríamos asimilar a un estímulo negativo y por lo tanto debería producirse una conducta que debilitara la respuesta. En términos más prácticos, si las fumigaciones no funcionan, se deben buscar alternativas que produzcan resultados positivos y estructurales.
Porque lo cierto es que la fumigación aérea afecta una de las cuatro cosechas anuales de coca, es decir, el éxito de la aspersión aérea es del 25%, a unos costos muy altos para el país. En cambio, con la erradicación manual se destruye la mata y obviamente el resultado será más duradero.
Pero la teoría de estímulo condicionado parece que no tiene aplicación en algunos funcionarios que ahora quieren fumigar en los parques nacionales, pese a la oposición de valientes como la ministra de Educación Cecilia María Vélez. Por el contrario, pese a la evidencia del fracaso, de manera tozuda quieren ahora comprar más aviones y helicópteros destinados a fumigar esas zonas protegidas por la ley.
La nación está de acuerdo con la erradicación de los cultivos ilícitos. Ni más faltaba que algún colombiano no quiera quitarse ese INRI de encima. Ni pensar que algún colombiano quiera dejarles a los grupos terroristas una de las principales fuentes de financiación: por el contrario, hay que diseñar estrategias de eliminación de cultivos efectivas, incentivando a los campesinos a erradicar manualmente y brindando no solo las garantías de seguridad frente a los terroristas sino también invirtiendo en sus necesidades de salud, educación y productividad. El dinero que se utiliza para el glifosato, la gasolina de los Turbo Thruch, los helicópteros y las unidades de seguridad para la fumigación pueden destinarse a la erradicación manual. Porque además, la fumigación aérea no es precisa, pues por cada hectárea fumigada se afectan 2.7 hectáreas más de bosque nativo, de cultivos lícitos y de reservas forestales para la preservación del agua. Tampoco es exitosa y los resultados son, a mediano plazo, absolutamente deplorables.
En cuanto a las fumigaciones aéreas, la influencia del gobierno norteamericano es innegable y, pese a los pobres resultados, seguirá con la presión, pues detrás de esta política está la multinacional Monsanto, cuyos herbicidas como “el Roundup suponen al menos una sexta parte de las ventas anuales de la compañía y la mitad del beneficio operativo”. (
http://www.zmag.org/Spanish/9911mons.htm ). Las utilidades que esta empresa obtiene por las fumigaciones son aseguradas mediante el cabildeo a congresistas, dos de los cuales recibieron 137 mil dólares para sus respectivas campañas. (Con las manos en alto de Germán Castro Caicedo, pág. 45.)
Es el momento de revivir y generalizar los acuerdos hechos con las comunidades para la erradicación manual, brindándoles no solo la protección debida para la actividad sino también otros mecanismos de subsistencia y, sobre todo, la presencia del Estado en esas zonas alejadas de cualquier posibilidad de desarrollo.
En cuanto a los parques nacionales, imposible pensar en la fumigación aérea, pues además del comprobado fracaso, llevaría a una mayor desforestación de estas fuentes de oxígeno y agua, ya que los delincuentes talarían más bosques y llegaría el momento en que los parques nacionales serían solo una fuente de producción de alucinógenos. Y esto unido a los efectos de la fumigación, nos dejarían en lugar de parques nacionales, desiertos nacionales sin recursos hídricos y sin oxígeno.

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