¿Porqué será que ambas palabras son tan parecidas? En Colombia, la historia de los abusos y arbitrariedades de los militares gringos (en servicio activo o retirados al servicio de empresas de mercenarios) no es nueva. En alguna oportunidad viajaba por carretera a Ibagué. Mis acompañantes decidieron que nos detuviéramos en el Punto Rojo, ubicado en la entrada de Melgar. Pasamos por la barra, escogimos lo que íbamos a desayunar y nos sentamos. Levanté la mirada para observar a mi alrededor y me encontré rodeado de overoles verde oliva que servían de funda para unos tipos altos, todos con gafas tipo piloto, que solo hablaban inglés. Los rubios llevaban en la sobaquera (funda para armamento) su pistola de dotación.
Pero no eran colombianos. Las insignias, la anatomía, el idioma confirmaron que eran estadounidenses. ¿Qué hacen armados estos oficiales gringos en cercanías a Tolemaida o a la Escuela de Helicópteros de la FAC? Claro. Son los militares que “prestan asesoría” a nuestras Fuerzas Armadas y debe ser, ignorante que es uno, que una de las lecciones es: como ir a desayunar con armamento debajo del brazo, y no morir en el intento. Esto sucedió hace más de 10 años.
Recordemos a Laurie Ann Hiett, esposa del Coronel norteamericano James Hiett, quien enviaba droga a su país mediante las valijas diplomáticas. Ella fue condenada a cinco años con libertad condicional.
Otro hecho. “Según el diario The Nation, el más leído del Canadá, bajo el título El problema de la droga en DynCorp, en mayo de 2000, la policía de Colombia encontró rastros de heroína en un paquete que iba a ser enviado por operarios de la firma a una de sus sedes en la Florida”.(del libro “Con las manos en alto” de Germán Castro Caicedo). En el mismo libro dice: “ En la base de Larandia, los gringos acumulan la droga que agarran en cada operativo en la selva, y la guardan en la primera casa de la Plaza de Armas, frente al antiguo Comando de Larandia. Me dicen que los mismo sucede en la base de Tres Esquinas. Lo que sucede en una, sucede en otra. Aquí ellos tienen libre acceso a esa casa que es de ellos... Uno le pregunta al comandante de la Policía, al comandante del Ejército, por qué no entran a esa casa y tratan de investigar qué hacen los gringos con tanta droga almacenada, y ellos responden: no podemos por aquello de la diplomacia; las leyes internacionales nos lo prohíben”. Esto sucedió en pleno desarrollo del Plan Colombia.
Los hechos más recientes tienen que ver con la base aérea de Apiay, en el departamento del Meta. Hace algunas semanas, cinco militares norteamericanos fueron sorprendidos transportando droga en un avión que había despegado de la base de la FAC. En las últimas horas el país se enteró de la muerte en un accidente de tránsito, de dos soldados que viajaban en moto por la vía que de Villavicencio conduce a Puerto López. En el hecho está involucrado un militar norteamericano que rápidamente fue sacado del país sin dar mayores explicaciones.
Estas son muestras de un dominio (acaso humillación) de un imperio contra una de sus colonias. Pero esta colonia sigue en silencio, sin pedir explicaciones, sin sorprenderse de lo que está ocurriendo.Bienvenida la ayuda, pero la de verdad, no la que disfrazan en contribuciones que finalmente terminamos pagando. Que venga el apoyo, pero con el respeto que merecemos los colombianos y nuestra soberanía. Tampoco podemos seguir ciegos ante la impunidad escondida tras la inmunidad. No entiendo porqué los liberales oficialistas, Piedad y Ernesto a la cabeza, no han señalado esta violación constante y prolongada a nuestra soberanía cuando los norteamericanos desconocen olímpicamente a la justicia colombiana. Ah, claro, uno no puede hablar mucho si no tiene visa o si se la han revocado.
Pero no eran colombianos. Las insignias, la anatomía, el idioma confirmaron que eran estadounidenses. ¿Qué hacen armados estos oficiales gringos en cercanías a Tolemaida o a la Escuela de Helicópteros de la FAC? Claro. Son los militares que “prestan asesoría” a nuestras Fuerzas Armadas y debe ser, ignorante que es uno, que una de las lecciones es: como ir a desayunar con armamento debajo del brazo, y no morir en el intento. Esto sucedió hace más de 10 años.
Recordemos a Laurie Ann Hiett, esposa del Coronel norteamericano James Hiett, quien enviaba droga a su país mediante las valijas diplomáticas. Ella fue condenada a cinco años con libertad condicional.
Otro hecho. “Según el diario The Nation, el más leído del Canadá, bajo el título El problema de la droga en DynCorp, en mayo de 2000, la policía de Colombia encontró rastros de heroína en un paquete que iba a ser enviado por operarios de la firma a una de sus sedes en la Florida”.(del libro “Con las manos en alto” de Germán Castro Caicedo). En el mismo libro dice: “ En la base de Larandia, los gringos acumulan la droga que agarran en cada operativo en la selva, y la guardan en la primera casa de la Plaza de Armas, frente al antiguo Comando de Larandia. Me dicen que los mismo sucede en la base de Tres Esquinas. Lo que sucede en una, sucede en otra. Aquí ellos tienen libre acceso a esa casa que es de ellos... Uno le pregunta al comandante de la Policía, al comandante del Ejército, por qué no entran a esa casa y tratan de investigar qué hacen los gringos con tanta droga almacenada, y ellos responden: no podemos por aquello de la diplomacia; las leyes internacionales nos lo prohíben”. Esto sucedió en pleno desarrollo del Plan Colombia.
Los hechos más recientes tienen que ver con la base aérea de Apiay, en el departamento del Meta. Hace algunas semanas, cinco militares norteamericanos fueron sorprendidos transportando droga en un avión que había despegado de la base de la FAC. En las últimas horas el país se enteró de la muerte en un accidente de tránsito, de dos soldados que viajaban en moto por la vía que de Villavicencio conduce a Puerto López. En el hecho está involucrado un militar norteamericano que rápidamente fue sacado del país sin dar mayores explicaciones.
Estas son muestras de un dominio (acaso humillación) de un imperio contra una de sus colonias. Pero esta colonia sigue en silencio, sin pedir explicaciones, sin sorprenderse de lo que está ocurriendo.Bienvenida la ayuda, pero la de verdad, no la que disfrazan en contribuciones que finalmente terminamos pagando. Que venga el apoyo, pero con el respeto que merecemos los colombianos y nuestra soberanía. Tampoco podemos seguir ciegos ante la impunidad escondida tras la inmunidad. No entiendo porqué los liberales oficialistas, Piedad y Ernesto a la cabeza, no han señalado esta violación constante y prolongada a nuestra soberanía cuando los norteamericanos desconocen olímpicamente a la justicia colombiana. Ah, claro, uno no puede hablar mucho si no tiene visa o si se la han revocado.
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