“A la fase de los servicios sucede la de los privilegios, y luego la de las pretensiones” Chateaubriand.
La vida militar, como soldado o como General, es un servicio a la comunidad que no puede ser recompensado con privilegios. Por el contrario: el sacrificio militar obtiene como única recompensa el honor. Su búsqueda debe ser la mayor motivación de los soldados: honores, ascensos, condecoraciones y distinciones por la victoria son los motores que impulsan el trabajo y la entrega de un militar.
He conocido muy de cerca a varios generales de la República. Vi sus carreras y su desempeño. Fui testigo de sus madrugadas y de sus desvelos y nunca, ni en servicio activo ni en retiro, los escuché quejándose por el trabajo y el sacrificio. Por eso indignan las declaraciones del general Luis Fabio García, uno de los oficiales despedidos en las últimas horas quien nos enrostró que ellos “trabajaban 24 horas al día, siete días a la semana y 365 días al año; que no tenían vida para la familia ni para nada”, pero luego añadió que “ellos habían escogido esa vida”.
El ahora retirado general Roberto Pizarro fue más directo: dijo que “el aparecido ministro de Defensa les quitó las agregadurías” y que éstas eran una motivación importante para los coroneles del Ejército, pues los estimulaba para continuar en la guerra. En palabras del propio general Pizarro, “acabaron con los estímulos” para los oficiales, refiriéndose a la decisión que han tomado el ministro de Defensa y el comandante de las Fuerzas Armadas de eliminar algunas agregadurías militares (misiones diplomáticas del Ejército en diferentes países).
Sin embargo, el también retirado general Jairo Duván Pineda denunció otra molestia de los altos oficiales del Ejército: los cargos. Según Pineda, es insólito que “en la cadena de mando, unos oficiales más antiguos estén por debajo de otros menos antiguos”. En la actualidad, los ascensos y los respectivos cargos se obtienen por el tiempo de servicio, sin importar los éxitos o fracasos que haya tenido el oficial. En otras palabras, los ascensos no tienen nada que ver con el buen desempeño sino con el tiempo de servicio y la aprobación del curso de ascenso. En la mayoría de fuerzas armadas del mundo, los logros y las victorias son acompañadas por un ascenso. Pero en Colombia no. La molestia se origina en el plan de crear los Comandos Conjuntos de las Fuerzas Militares. Estas unidades, integradas por el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada Nacional, pretenden descentralizar el mando para agilizar las decisiones y buscar una reacción más rápida en situaciones críticas. Pero los generales están molestos porque el mando de esos comandos conjuntos podría ser encargado a un oficial con menor antigüedad a la de algunos de sus subalternos. Además, en el fondo, está la prevención de algunos oficiales del Ejército de verse sometidos a las órdenes de oficiales de la FAC o de la Armada.
Esa es la institucionalidad que defienden los generales despedidos en las últimas horas. Para ellos no es aceptable que un oficial del Ejército o de otra arma, que en su hoja de vida registre mayores logros, más inteligencia y dedicación, pueda estar por encima de uno que no ha cumplido con las expectativas ni ha desempeñado sus posiciones con toda la idoneidad requerida.
Esta es una típica pataleta de aquellos que quieren defender los privilegios muy por encima de los derechos. Mal ejemplo para las tropas que tienen que padecer diariamente las largas jornadas en la selva, comer solo enlatados fríos o dormir en el suelo de sitios inhóspitos. Pésimo ejemplo para los oficiales que están desarrollando su carrera militar y que sentirán la desmoralización de ver a sus superiores jerárquicos despotricando contra la cadena de mando y haciendo una clara demostración de indisciplina.
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