miércoles, abril 27, 2005

Las Farc deben dar el parte de su derrota en Toribío

Como Jefe de Prensa de las Farc, le corresponde a Raúl Reyes llamar a los noticieros (como por ejemplo a Noticias Uno con el que sostiene una relación epistolar virtual mensual) y dar el parte de derrota sobre las acciones de Toribío.
En todas las confrontaciones militares de la historia, la derrota se produce, entre otras razones, cuando no se cumplen los objetivos de la operación, o cuando los daños colaterales son muy superiores a los daños causados al enemigo o cuando las tropas se tienen que retirar del sitio sin cumplir con los propósitos debido a la fuerte posición del adversario.
En Toribío las Farc fueron derrotadas desde las tres perspectivas anteriores. Según informaron los guerrilleros en la zona, el objetivo era la destrucción del puesto de policía de Toribío y obtener la rendición de los 50 policías que se encontraban en el cuartel. Una semana después, el puesto está en buen estado, los policías no se rindieron y combatieron con valor para defender su posición. En cuanto a los daños colaterales, basta con mencionar la muerte de un niño de 10 años y la destrucción de 120 viviendas en el casco urbano, mientras que el cuartel quedó en pie. La concreción de la derrota se produjo cuando los forajidos que se encontraban atacando al pueblo, emprendieron la retirada de la zona (huyeron como cobardes).
Sin embargo, en unos panfletos, las Farc están reclamando la victoria de la operación porque, según ellos, el objetivo era “denunciar la entrega de nacionales al imperialismo yanqui” y esto, en su opinión particular, se cumplió a la perfección. De la única manera en que las Farc pueden reclamar una victoria es siguiendo la filosofía de Maturana de “perder es ganar un poco”. Porque perdieron. Con paso lento el Ejército y la Policía comenzaron a copar las posiciones guerrilleras, a bombardearlas y a obligarlos a huir. Tampoco es cierta la apreciación de Alfredo Rangel, quien dice que “será difícil sacar a las Farc de la zona porque ellos llevan muchos años en las montañas del Cauca y son históricos en la región”. Con todo respeto, señor Rangel, usted está mintiendo. En los años 80 estaba radicado el M 19 en el Cauca. En ese momento habían unos pocos guerrilleros de las Farc en la región, quienes participaron en el ataque de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar contra la población de Caloto. Después de la desmovilización del EME, las Farc comenzaron a hacer presencia en la zona, pero no como una marea humana que inundó, de un día para otro, una región de indígenas, estos si históricos y poseedores de las tierras. Entonces, señor Rangel, con 10 años de presencia continua no puede declararse un asentamiento histórico.
La derrota de las Farc en su intento de tomarse la población de Toribío fue un fracaso estruendoso. El principal objetivo de la guerrilla era obligar a mover algunas tropas que están en el Plan Patriota para hacerles frente en el Cauca. Con esa movilización, desahogaban la fuerte presión que están padeciendo sus oligarcas cabecillas en las selvas del sur del país. Ocurrió todo lo contrario: con las unidades disponibles fuera del Plan Patriota y las tropas regulares de la Tercera Brigada, el Ejército enfrentó la arremetida subversiva. Las Farc también pretendían reabrir seis corredores de movilidad para sacar la droga que se está pudriendo en la selva. Estos corredores salen justamente al Pacífico, muy cerca de Buenaventura. No pudieron. Los corredores continúan bajo el control militar. Además, los terroristas intentaban distraer la atención de algunas unidades militares que estaban a punto de descubrir (como efectivamente ocurrió) los laboratorios que tenían en la zona para el procesamiento de droga. Lamentablemente para las Farc, a los laboratorios les pasó lo que a Ricaurte en San Mateo: en átomos volaron. Las Farc querían recuperar 6 mil hectáreas de cultivos ilícitos que están amparados ya con la erradicación manual y con la sustitución subsidiada, pero la presión y respuesta de las Fuerzas Armadas los hizo correr por la montaña para esconderse en sus acostumbradas madrigueras.
Los hechos lo demuestran: la batalla de Toribío fue ganada por el Estado y el Ejército le propinó una dura derrota a la soberbia de las Farc que estaban acostumbradas a llegar a un pueblo, destruirlo y comenzar a adueñarse de lo poco que quedaba en pie. Pero la historia cambió y hoy el país puede cantar victoria en la batalla.
Claro, no se ha ganado la guerra y falta mucho para lograrlo pero hoy, como nunca antes, la sociedad civil debe estar atenta a los movimientos y amenazas desesperadas de la guerrilla, porque así algunos no lo quieran reconocer, en los combates y ataques solo pierde la población civil. Pero esta victoria tendrá efectos devastadores en las Farc que se verán en poco tiempo, porque Toribío fue una demostración evidente de debilidad.

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